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Matías Vallés

Rudy da una segunda oportunidad

Aprendimos de Antonio Díaz Miguel que el resultado de un partido de baloncesto se conoce tras las canastas finales, pero el ganador lo deciden las canastas iniciales. De ahí que el electrizante España-Argentina se resolviera en el duelo personal librado por Manu Ginobili y Rudy Fernández, durante los cinco primeros minutos del encuentro.

En ese lapso, Ginobili obtuvo nueve puntos de los once de Argentina. Por fin motivado, Rudy replicó con diez de los trece de España. El temple del jugador madridista facilitó una remontada de 19 puntos en el marcador. No solo suplió a un Gasol desganado en sus dos lanzamientos de apertura fallados. También reconcilió al alero bajo con su verdadero yo. Rudy no solo demostró quién es, sino quién podría haber sido. El mejor baloncestista español de todos los tiempos. El equivalente de Ginobili, ya que estamos.

Retomando el primer cuarto del España-Argentina, tal vez no se ha insistido lo suficiente en que Sergio Scariolo salvó a sus teóricos subordinados con una medida suicida. Les enseñó a nadar lanzándolos a las aguas bravas. Veamos. La obviedad es que los españoles no accedían a los cuartos si no ganaban a los argentinos. Lo cierto es que no merecían pasar a cuartos si no ganaban a los argentinos.

Enfrentado a este dilema y a un equipo remiso al sacrificio, Scariolo sustituyó al quinteto titular íntegro antes de acabar el primer cuarto. Los abandonó a su suerte, fingió desentenderse. Y aprendieron a nadar, incluso Juan Carlos Navarro parecía un jugador solidario. El cambio masivo descargó la responsabilidad sobre los jugadores. Respondieron al reto, y la fragilidad psicológica de los sudamericanos hizo el resto. El termómetro de la ventaja se elevó por encima de los 22 grados, el seleccionador graduó la reincorporación con una maestría que le discutíamos.

El secreto peor guardado de España es que no defiende. Los enanos rivales merodean, penetran y rematan a canasta sin objeciones de Sergio Rodríguez, Gasol, Navarro o Rudy. No vinieron a este mundo para sufrir con el culo bajo. En vez de corregirse como ante Lituania, prefirieron lanzarse temerarios hacia la victoria, con independencia de lo que ocurriera a sus espaldas. La táctica de navío pirata funcionó, son corsarios con estrella. Rudy concedió una segunda oportunidad a España. Poniendo el requisito de la victoria del revés, la selección está en cuartos por méritos propios. Ha demostrado que puede ganar a cualquiera, y ya conocen ustedes la contrapartida a esta ecuación.

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