El electorado está sufriendo una presión constante y maliciosa, todo un chantaje, para que no se repitan las elecciones generales. El presidente en funciones, Mariano Rajoy, desde Galicia adonde se fue a pensar asegura que en Europa se reirían de los españoles si se repitieran (Moncloa tiene un magnífico parque en donde se puede caminar apaciblemente). Lo más probable que no se rían si Rajoy sigue gobernando, presidente de un partido que chapotea en la corrupción y con un ministro del Interior que se dedica desde su despacho a espiar clandestina e ilegalmente a dirigentes políticos opositores. Las instituciones europeas, no puede ser de otra manera, observan la crisis política española con preocupación, porque además saben que si Rajoy logra investidura estará en minoría en el Congreso de los Diputados, en donde la corrupción será uno de los debates. Con esa correlación de fuerzas nada tiene que ofrecer, de 350 diputados cuenta por el momento con 137.

Lo que debería asustar es que Rajoy no cuenta con el suficiente apoyo parlamentario y ahora además no tendrá esos votos misteriosos que tuvo para formar la Mesa del Congreso. Rajoy se permite negociar con independentistas.

Diversos medios de comunicación, empresarios, exlíderes políticos muy significativos, pretenden que una mayoría del electorado que votó no a Rajoy, por ética, ahora permita que su voto se transforme en un sí. Más del 60% de los votos emitidos le dijeron no al Partido Popular, y ahora, se supone, que por sentido de Estado, responsabilidad de Estado, se tiene que resignar a llevar a la Moncloa al hombre que durante cuatro años intentó destruir el Estado de Bienestar, recortó o anuló derechos y libertades, mientras que los casos de corrupción afloraban uno detrás del otro, sin solución de continuidad.

Afortunadamente en España, a pesar de tanta corrupción, sobrevive el Estado de Derecho y se dispone de una Constitución que tiene prevista situaciones, inéditas, como la actual. La Marea de la Sanidad durante años gritó en las calles la Sanidad Pública no se vende, ni la sanidad ni el voto. Como en el referéndum en el Reino Unido, donde se mintió de manera descarada, no se tiene el más mínimo pudor en afirmar que la Unión Europea sancionará a España si no presenta el techo de gastos y el presupuesto; el actual presupuesto engañaba a las instituciones europeas y no se castigó a España. Bruselas tiene demasiados problemas para abrir otro frente. Se afirma que no se podrá subir las pensiones, que los pensionistas no verán incrementado su dinero en un euro, en dos euros..., y conviene recordar que en 2012 las pensiones subieron aunque hubiera un Gobierno en funciones. La política del miedo y del engaño no siempre funciona. El objetivo es blanquear a Rajoy. Por otra parte, ¿sentido de Estado?, no se le ha ocurrido en Galicia pensando entre caminata y caminata que el problema es él. Debe de considerar que el Estado es él, imitando a aquel rey francés absolutista, el rey Sol; así le fue a la monarquía francesa, perdió la cabeza nunca mejor dicho.