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Heterotopías

Ante la exposición que nos presenta este verano el MACA, las preguntas deben ser las de siempre: ¿Qué es esta exposición?, ¿cómo se ha gestado?, ¿cuál es el diálogo que establece con el arte, con la cultura de la ciudad?, ¿cuál es su lectura del arte contemporáneo?... La exposición, Heterotopías, es una selección de la Colección Circa XX, adquirida por el Gobierno de Aragón a su propietaria Pilar Citoler, quien la ha ido formando con el interés de contemplar todos los registros del arte del siglo XX. Un proyecto ambicioso que parte de una personalidad con unos intereses, gustos y criterios singulares y que ahora, en un museo, deben ser contrastados con la lectura de otros profesionales, y la recepción del público. Un análisis que en principio no puede tener en cuenta la posible unidad que como colección propone esta reunión de obras, pues en realidad no la tiene. Sin embargo ya desde el título en Heterotopías, neologismo de Foucault, se pretende destacar la acumulación de lo heterogéneo, pero sin dar un sentido a las relaciones y sinergias, a las diferentes lecturas que las diferentes obras expuestas concitan. La exposición mantiene esa visión caótica original del coleccionista que va comprando, influido principalmente por el mercado de las galerías. Cumpliendo con una imagen que con pocas variaciones se repite en casi todas las colecciones nacionales: la lista de los mismos nombres. De ahí que nos encontremos con nombres como Calder o Sol Lewitt aunque sus obras, un tanto anómalas, no se corresponden con lo más significativo de sus trayectorias. Lo mismo ocurre con el Mitsuo Miura. Pero la disposición en la sala marca todavía más esta acumulación: el Warhol queda absolutamente desdibujado, casi como un cartel, al lado de un autor como Sobrino, de cierta tendencia geométrica y óptica, en una yuxtaposición que neutraliza a ambas obras. Una estimable pieza de Elena Asins frente a otra de la misma autora que la desmerece. Un Gordillo, que juega al caleidoscopio, no siendo esta obra muy representativa o la fotografía de Mayte Vieta, en el peor sitio posible para una fotografía, donde los reflejos interfieren su visualización? El arte, la cultura no es caos. Foucault no nos dice esto. Y potenciar el caos no es precisamente la función de un museo de arte contemporáneo, tampoco lo es el mostrar una lista de nombres más o menos encumbrados, sino proponer una lectura crítica de la muestra. El museo debe facilitar la recepción de tal complejidad, con la información y la formación adecuada. O, al menos, con una distribución más coherente, para que un público diverso pueda situar cada obra en su lugar y comprender las relaciones que se yuxtaponen en todo tiempo y lugar, en esa interrelación de historias, de trayectorias, de tendencias artísticas, de biografías distintas que es el siglo XX.

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