Cierto es que de haber entrado el palmeo de Pau Gasol ante Croacia o el tiro de Llull en el último segundo ante Brasil ahora estaríamos hablando de que la ÑBA olía a una final con los americanos en la Olimpiada de Río de Janeiro. Pero hubiera sido un espejismo, porque éste no es el equipo de Japón que nos llevó al oro, ni tan siquiera el de Londres que nos dio una plata que sabía al dorado metal. No somos aquel equipo dominante en la pintura con Pau y Marc Gasol y Serge Ibaka, ni un martillo pilón en el tiro exterior cuando Rudy Fernández y Navarro eran un seguro de vida, ni tan letales en el contragolpe cuando Calderón, Ricky Rubio y Sergio Rodríguez metían miedo. Pero algo queda. Ese algo que nos ha permitido estar ahí contra Croacia y Brasil y poder ganar a la correosa Nigeria que no se daba por vencida en ningún momento del partido, y que sólo hasta el último minuto no se dio por muerta.

Pero el baloncesto es ese cara o cruz que te permite estar en la gloria o caer al abismo porque aciertes, o no, en ese triple en el último segundo, o ese tiro libre que entra o sale. Y si antes no nos hacía falta depender de estos detalles de final de partido, porque los resolvíamos ganando por más de 10 puntos, ahora vivimos en el alambre. Nos hemos convertido en «mortales» y podemos ganar al final y nos puede ganar cualquiera de los que están en Rio. Esa es la diferencia de épocas pasadas. Ahora somos más previsibles y, sobre todo, vencibles. Y los rivales lo saben.

Sin embargo, no está perdido todo. Podemos ganar a Lituania, aunque nos vencieron en los dos choques de preparación, y a Argentina, a la que vencimos en el último choque con aquél tiro de Nocioni que no entró. Pero van a ser dos choques similares a los tres anteriores. Agónicos y en los que vamos a depender de detalles para ganar o perder. Porque tanto los lituanos como los argentinos tienen, igual que nosotros, varios jugadores en la NBA.

Los argentinos con una escuadra ya clásica de los Scola y Nocioni, a los que se han incorporado jugadores como los dos del UCAM Murcia vecino, Campazzo, que continúa para bien de los pimentoneros, y el nuevo fichaje Marco Delia, un pívot que viene de la liga argentina y que, desde mi punto de vista, según lo visto hasta ahora en Río, va a ser una de las revelaciones de la próxima liga ACB. Enorme fichaje el de los murcianos que, por cierto, va a entrenar nuestro viejo conocido y ex entrenador del Lucentum Óscar Quintana, quien un día aquí en Alicante me reconoció que estuvo preparando las oposiciones para ser juez, pero que se las dejó porque le salió trabajo para entrenar a un equipo, y así hasta la fecha. Un gran tipo Quintana.

A lo que íbamos. Que podemos ganar los dos que nos quedan y meternos en octavos y perderlos y venirnos para casa. Pero de lo que estamos seguros es de que nuestros jugadores son capaces de todo y de darnos una alegría. Tienen clase para conseguirlo. Pero ahora dependen de que todo salga bien, y si no juegan al cien por cien ahora nos gana cualquiera.

Porque el resto ha mejorado su nivel y también tienen jugadores en la NBA. Fíjense el susto que le dieron el otro día los Australianos a los americanos ganándoles en muchas fases de su choque y llegando vivos al último minuto. Por ello, una dosis de confianza en nuestro equipo y crucemos los dedos para que ese último minuto de infarto que nos espera en los dos choques nos sonría a nosotros esta vez. De todos modos, preparen las pastillas para el infarto. Las vamos a necesitar?