Si de algo debiera servir el informe de la SEPI sobre la situación que atraviesa RTVE, es para que todos tomásemos conciencia de la importancia de poseer una televisión pública saneada y potente. Como suele suceder en estos casos, la reacción es la contraria. Los medios, ya se sabe, los intereses empresariales mandan, arremeten contra lo público.
Mientras los espectadores, desde el anonimato que dan las redes sociales, no dudan en proclamar que lo mejor que se puede hacer con la televisión pública es cerrarla, los trabajadores temen un ERE y su posible privatización. Pero nadie, o muy pocos, defienden a capa y espada con argumentos la necesidad de una televisión pública fuerte.
Para mí, basta con conocer las cifras de consumo de las audiencias en la web y en la televisión lineal para clamar con toda mi alma por una televisión pública saneada e incólume. Vamos con la cuota mensual en las web. Mediaset ha contado en el último mes con 11 millones de usuarios únicos, Atresmedia con 9'5 millones, mientras que la web de RTVE ha sido consultada por 6'5 millones. Es decir, que vivimos en un país en donde, aquí y ahora, este mismo verano, por cada ciudadano que ha entrado en la web de RTVE para ver o escuchar alguno de los 600.000 programas alojados en ella, ha habido 2 personas que se han dedicado a husmear en el de Mediaset en busca de MHYV, Sálvames, Supervivientes y experiencias varias. Algo que no nos extraña nada. Ya conocemos el nivel de exigencia de la gente. Qué leen. Qué consumen. Qué hábitos gastan.
Que Mediaset haya logrado unos beneficios de 166 millones de euros en el último ejercicio y Atresmedia 99 millones, frente a los 37 millones de déficit de RTVE, sería otro dato contundente para mimar a nuestra televisión pública. Y si tiene que volver la publicidad, que vuelva.
