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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Los Juegos Olímpicos de la política

La antorcha de la investidura o no investidura de Rajoy sigue su curso. El candidato popular nada con Rivera, cada uno en su calle, a ver si la abstención se convierte en un «sí, quiero». El voluble ciudadano ejerce de líder de la oposición para chupar foco e investirse como héroe nacional con oportunismo y propaganda. Exhibe músculo pero se le ve el truco. Pone a Mariano las condiciones para la «regeneración democrática», que conocíamos sobradamente, y se verá si la natación de los dos puede estar sincronizada en estos juegos. Sánchez lucha contra los barones que esgrimen la abstención y navega por las aguas bravas del PSOE, en busca de aguas más tranquilas y huyendo de los «chantajes». Practica la halterofilia y levanta el «no» a Rajoy haciendo notable esfuerzo. ¿Cambiará de actitud y tirará la toalla en el último segundo para darle oxígeno al PP, o explorará a caballo el terreno de obstáculos de una posible alternativa? Iglesias aguarda sin participar en las carreras de atletismo. Unidos Podemos brinca en el trampolín y no se tira al agua? Por su parte, los nacionalistas no apoyan a Rajoy ni negociarán con él. La antigua Convergència se queda sin grupo propio y rema con ERC, contra el viento y la marea del Tribunal Constitucional, hacia el presunto independentismo. El PNV lanza su tiro con arco y golpea al aspirante a continuar como inquilino de La Moncloa. Éste quiere jugar al voleibol en materia de empleo, sin que la precariedad y la pobreza se alteren mucho, o hacer ciclismo amistosamente en ruta y no que le den golpes o le hagan llaves de judo. Ni que le lancen la pelota al cogote jugando al waterpolo. Rajoy se apunta al paso a paso de las caminatas y pretende sumar puntos con la aparente guerra dedicada al fraude fiscal y a la corrupción. Le gustaría realizar gimnasia rítmica, pero no se siente muy en forma como para ejecutar grandes piruetas. Sin ningún crédito, desea fortalecer el Estado del Bienestar y las instituciones, y pretende jugar con Rivera al tenis de los presupuestos. Espera no perder ante la amenaza de nuevas elecciones que, en su caso, intentaría ganar con amplia mayoría, cosa que desmiente la encuesta del CIS.

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