Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Puertas al campo

A través del espejo

Siguiendo lo que ha publicado un colega griego, tal vez convenga dar un vistazo a lo que ha pasado y está pasando en la Grecia de Syriza, que es el nombre de la gobernante Coalición de la Izquierda Radical. Recordemos algunos puntos y veamos que «una cosa es predicar y otra dar trigo».

1. Sobre la situación. Los sucesivos rescates y la mala gestión de sucesivos gobiernos dejaron al país hecho unos zorros, con un PIB que se hundía, una tasa de desempleo insoportable y un aumento de la pobreza con el correlato del colapso de los servicios sociales y de sanidad.

No es el caso de España en cuanto al PIB, pero sí en cuanto al desempleo, la pobreza y el riesgo de colapso de los servicios sociales y de la sanidad pública. Lo sucedido en la Comunidad Valenciana con la dependencia es todo un síntoma.

2. Promesas. Syriza, para llegar al gobierno, hizo una campaña prometiendo acabar con la austeridad, dejar de lado los acuerdos que acompañaron a los rescates, repudiar una buena parte de la deuda y, sobre todo, crear centenares de miles de empleos.

Hay que reconocer que los diversos partidos españoles (no solo Unidos Podemos) han modulado notablemente sus promesas. O, sencillamente, han pasado a hurtadillas sobre esos temas.

3. Referéndum. Por si Syriza no tenía suficiente apoyo para cumplir con esas promesas, convocó un referéndum en el que mayoritariamente los griegos dijeron «no» a más programas de austeridad y a más rescates de la Troika que, por cierto, ya no se llama así sino algo como «instituciones europeas» (Sabido es que no hay acuerdos entre Bruselas y el FMI en algunos detalles sobre la austeridad y sus efectos, sobre todo cuando se introduce la variable de la desigualdad).

Un referéndum de este tipo, en las Españas, ni está ni se le espera. Pero nunca se sabe, visto que hay otros en cartera.

4. Políticas puestas en práctica. Ya no promesas sino mayor liberalización del mercado de trabajo, reducción de los servicios sociales, venta del patrimonio nacional y recortes en los salarios y pensiones disminuyendo el nivel de vida de muchos griegos (no de todos, que «los de arriba» ya lo tenían puesto a buen recaudo -¿había griegos en los «papeles de Panamá»? No lo sé-). Supongo, apreciado lector, que está siguiendo mi metáfora.

5. Suma y sigue. Hace pocas semanas, el gobierno de Grecia alcanzó un acuerdo por el que, a cambio de 11.480 millones de dólares de rescate, se comprometía a introducir más recortes en las pensiones, introducir nuevos impuestos y agilizar la venta de bienes públicos. Se aconseja releer el punto 2 de esta colaboración.

6. Ganadores y perdedores. Casi todos estos «préstamos» han servido para pagar a bancos alemanes (alemanes, sí) y franceses. De los 262.000 millones recibidos entre 2010 y 2015, nada o prácticamente nada ha ido a suavizar los problemas presupuestarios del gobierno mientras, como dicen algunos, el país se convertía en un «laboratorio neoliberal» al que se le despojaba de sus bienes públicos.

En líneas generales, ni los bancos prestamistas de otros países ni «los de arriba» griegos se han visto afectados por estos terremotos. Los afectados, en menor medida, han sido los políticos que prometieron una cosa y practicaron otra (sabiendo, probablemente, que la tendrían que practicar de todas todas). Pero estos tienen, en esos contextos, gran capacidad de supervivencia y de producir nuevas promesas. Los afectados, sí, son los asalariados, los pensionistas, los dependientes de los servicios sociales mientras la calidad de su sanidad se viene abajo.

Final. Hablar de «Grecia», como hablar de «España» o de «Cataluña» tiene sentido. Pero sin olvidar sus divisiones internas y su engarce con sistemas políticos y económicos más amplios, sea la Unión Europea (que manda mucho) sea el sistema financiero internacional (que no manda, pero sí decide).

Fue constatable que un partido español en campaña se hubiera negado a aceptar la nueva pretensión de 8.000 millones exigidos por Bruselas. Prometer es gratis, como gratis es decir que se van a bajar los impuestos (lo hizo Bush I -«read my lips, no new taxes»- y, una vez presidente, no aumentó los impuestos, pero sí las tasas; de agradecer). Bajar los impuestos para mejor pagar una deuda impagable parece ser una buena idea. Como las resumidas en el punto 2 para Syriza. Tal vez haya, una vez más y en honor a nuestra civilización cristiana, que recordar el evangélico «por sus frutos los conoceréis». Porque es ahora cuando empieza lo bueno.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats