El comienzo de las pruebas de Judo en Río no lo ha hecho con buen pie. Cuando vimos el sorteo de los superligeros nos llegamos a hacer ciertas ilusiones. Los primeros combates, tanto de Garrigós como de Julia Figueroa parecían, si no fáciles, que en estas ocasiones jamás lo son, sí relativamente accesibles. El judoka de Brunete, entrenado por Joaquín Ruiz llegaba en muy buena forma. Su rival, el alemán Englmaier era conocido por ellos y Garrigós ya se lo había encontrado 2014 y en 2015 con sendas victorias del español.

No debería de haber sido diferente esta vez pero los deportistas que llegan a los JJOO no dejan nada por hacer y seguramente la experiencia de los anteriores combates, que fueron ajustadísimos, le ha sido más provechosa al alemán que al nuestro. Englmaer, tras derrotar al español, perdió con el brasileño Kitadai y sin opción a repesca las aspiraciones de medalla quedan aplazadas para dentro de 4 años.

Garrigós tendrá en Japón 25 años y esa es una edad muy buena en judo. Julia Figueroa llegaba acreditada por un sexto puesto en la clasificación mundial. Su primera rival, Dayaris Mestres, de Cuba, dentro de la tradición de aquel país, que tiene un gran historial de medallas olímpicas, era una oponente muy fuerte y así se demostró. Un Waza Ari de la caribeña apartó a Julia de la competición y de sus sueños de podio. Tampoco tuvo acceso a la repesca ya que actualmente este privilegio sólo se adquiere desde la siguiente eliminatoria.

Nos habría gustado verla acudir a la grada a abrazar a su gente como hizo Paula Pareto que ganó para Argentina la medalla de Oro y nos recordó a Miriam en Barcelona saltandose el protocolo igual que ella.

Aunque entendemos porqué los resultados no son favorables y que ambos representantes han dado todo lo que llevan dentro, no deja de producir cierta tristeza encontrarnos de nuevo con las mismas señales que en Londres, hace 4 años.

Y no podemos dejar de recordar que seguimos con las dificultades de siempre frente a países que no las tienen. Pero no desesperemos. Lo importante es participar. O así lo decía Pierre Fredy de Coubertin.

Por otra parte, lo que más me ha llamado la atención en general ha sido el enorme progreso técnico tanto en defensa como en ataque. Como suele suceder en las citas olímpicas he visto sorprendentes adaptaciones de técnicas tradicionales en las que se están utilizando el aumento de la velocidad, del ritmo, de la agilidad y del sentido de la anticipación que derivan de los avanzados sistemas de entrenamiento y de la investigación de los responsables de estos purasangres. La espectacular final entre el ruso Mudranov y el kazajo Smetov confirmó esta sensación y me dejó boquiabierto.