Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Arturo Ruiz

Pokémon y el Gobierno

Hay en el mundo plazas donde suceden todas las cosas. La plaza del Sol de Madrid ha constituido el escenario simbólico del pulso de este país: lugar emblemático del famoso levantamiento del 2 de mayo donde soldados franceses y gente del pueblo se partió la cara a navajazos y pólvora, tal y como inmortalizaría Goya y ha rememorado ahora Pérez Reverte. Más de un siglo después, ya fueron fotografías en blanco y negro las que eternizaron en este mismo epicentro madrileño las gozosas manifestaciones que saludaron la llegada de la II República, banderas tricolores bajo el cartel de Tío Pepe y otras firmas comerciales de la época. Por fin, hace pocos años, la plaza acogió la gran acampada del 15-M en la que una nueva generación, golpeada por la crisis y el hastío, exigió otro mundo nuevo, más participativo, más para la gente y menos para los mercados.

Ahora ha vuelto a suceder. Claro que de otra manera. La pasada semana, la Plaza del Sol protagonizó una gran quedada de jugadores de pokémons: fue un acontecimiento mundial, que permitió a Madrid superar el récord de Sidney con la concentración de cinco mil de estos cazadores.

Así, el mismo escenario donde los mamelucos bregaron con el gentío madrileño, las masas vitorearon a Azaña y la España de la crisis del siglo XXI gritó «hasta aquí hemos llegado», sirve ahora para proclamar con optimismo un tanto frívolo ¡Pokémon Go! Uno no sabe qué pensarían Goya, Azaña o los líderes del 15-M (por no hablar de Pérez Reverte, que se las gasta con muy mala leche en estas lides) si supieran (el escritor sí lo sabe) que tan sagrado escenario donde batallaron los gigantes de esta nación ha sido ahora copado por rastreadores que se mueven a golpe de móvil en una atmósfera virtual a la caza de presas que en realidad no existen. Se han vertido ya páginas y más páginas sobre el asunto: una juventud que vive alienada -Althusser es otro tipo que disfrutaría con esto-, empeñada en vivir en un mundo de ocios artificiales mientras da la espalda a los problemas de la sociedad contemporánea, a sus propios trabajos precarios y contratos temporales, con el único fin de capturar criaturas de chillones colores en vez de utilizar la plaza del Sol para lo que siempre estuvo: para soñar y protestar. Para afearles a Rajoy, Sánchez, Iglesias y Rivera -es lo que toca ahora- que no sean capaces de abrir una vía que saque del atolladero a este pobre país.

Vale. De acuerdo. Está claro. Lo han dicho ya muchos: con esto de Pokémon ha desembarcado el futuro que más temíamos. Es el mundo feliz de Huxley. Es Matrix, que ha dejado de ser una peli, para decir, queridos, ya estamos aquí. A vuestro lado.

Pero paremos un momento. En primer lugar esto no es nuevo. Es sólo más moderno. Antes, con Franco, Aznar o Felipe, con todos, fueron el fútbol y los toros. Ahora es Pokémon.

Y además no me negarán que esto de Pokémon tiene algo de épico. Alguien como el ilicitano David Quintana, que ha estado jugando 22 días seguidos al juego de marras para cazar las 145 criaturas que hay que capturar recorriendo calles, plazas y glorietas móvil en mano desafiando el turbio calor, tiene su mérito. Si lo pensamos bien, es gesta comparable a la de los 300 espartanos, a la de las legiones romanas de Julio César a la conquista de las más lejanas colinas de Britania. ¿No?

Sospecho que el siguiente paso de Niantic, la gestora de Pokémon, va a ser juntar a Goya con Huxley, fusionar la realidad virtual con la real: la futura versión del juego consistirá en cazar rajoys, sánchezs, Iglesias(s) y riveras para lograr que de una vez por todas se sienten a la mesa y se pongan de acuerdo. Y que, por poner un ejemplo, cuando se hayan capturado 145 rajoys o sánchezs sea obligatorio que cualquiera de los dos forme gobierno a la de ya. Y lo mismo con los otros.

A que acojona. ¿No?

Ay.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats