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Semana y media

Andrés Castaño

Cambio de calles y... ¿cambio de gobierno?

¿Qué nos ha dejado la semana que valga la pena destacar?

Lunes

LA CALLE DEL OLVIDO

Los callejeros se fían a dos criterios, el de la exaltación patriótica de glorias añejas y el homenaje a valores inmunes a épocas e ideologías que personalizamos en individuos habitualmente fallecidos. España es una anomalía doble. Mientras ingleses y franceses exhiben Waterloo y Austerlitz, nosotros parecemos sentir remordimientos por la victoria de Lepanto; de otra parte, somos incapaces de consensuar un elogio del pasado y preferimos enzarzarnos en un recurrente intercambio de agravios. El Ayuntamiento de Madrid ha rebautizado algunas calles a cuenta de algo llamado «memoria histórica», que en nuestro caso es extremadamente breve ya que arranca, se diga lo que se diga, en julio de 1.936. Desaparecen por ejemplo varios generales rebeldes, aunque Santiago Carrillo conserva la placa a pesar de su turbia trayectoria por decir lo menos (por cierto, se reconoce con justicia a Melchor Rodríguez, «el ángel rojo», quien demostró que Carrillo podría haber actuado de otra forma). El episodio más estrafalario es el de Unamuno, galardonado indirectamente con una Avenida a la Inteligencia que es en realidad un desplante merecido a Millán Astray. Ocurre que Unamuno no puede figurar legalmente ya que apoyó a los insurrectos. Inefable.

Martes

JUEGO DE MÁSCARAS

Nunca hubo refugios sagrados en las guerras de religión, sino templos paganos que debían ser purificados por el fuego. Hollande ruge por la «república profanada», la metáfora laica sobre un sacerdote octogenario degollado en su remota parroquia que confirma la metástasis del terror: una avenida atestada, un camión, una iglesia sin feligreses, dos verdugos iluminados, la escueta simplicidad del pánico colectivo. En un canal internacional entrevistaron anoche al ministro saudí de asuntos exteriores, un hombre de ojos sagaces que parecía oriundo de Estocolmo y no de un oasis dorado, quien enfatizó que el ISIS no es el islam de la misma forma que el Ku-Klux-Klan no debe ser confundido con el cristianismo. Era una comparación visualmente irresistible, pero también aquejada de sugerencias impertinentes. El Ku-klux-klan nació y prosperó (con homenajes cinematográficos incluidos) gracias al apoyo o la tolerancia del poder político y sólo fue estigmatizado cuando supuso un riesgo para sus protectores. Esto llevó un siglo de linchamientos impunes y exhibiciones fantasmales. El ministro estuvo certero a su pesar: efectivamente, existe cierto parecido entre ISIS y el Ku-Klux-Klan.

Miércoles

EL TRIUNFO DE LA VOLUNTAD

Tomo prestado el título a Leni Riefenstahl, la cineasta nazi, en el bien entendido de que Hitler y Puigdemont sólo comparten flequillo y cierta querencia por retorcer los mecanismos legales para subvertirlos finalmente. La ciencia política lo llama «golpe de estado» y ha ocurrido en el parlamento catalán pese a los esfuerzos de la presidenta de la cámara por convencer a la posteridad de que desobedecer una sentencia no es un acto contrario a la ley independientemente de si la desobediencia es unánime, mayoritaria o testimonial. Habiendo ingresado así en el censo de maleantes, la Generalitat ha demostrado que no existen diques que frenen la voluntad perseverante de un grupo cuando los encargados de diseñar los diques discuten desde hace meses si se enfrentan a una riada estacional o a un maremoto. En pura lógica, una amenaza de secesión generaría un agrupamiento de las facciones políticas en un gobierno de concentración o fórmula similar. Sin embargo, la iracunda reacción del Gobierno ha sido regresar al punto de partida, el Tribunal Constitucional al que hoy han obsequiado con una «butifarra».

Jueves

EL LIMBO

Aparece un manifiesto firmado por medio millar de políticos, intelectuales, artistas e incluso personas desinteresadas que reclaman un gobierno tripartito de PSOE, Unidos Podemos y Ciudadanos. Es imposible que los promotores se tomen en serio su propia propuesta y por ello sólo cabe entender este toque de clarín como un intento de presionar al PSOE para que mantenga su voto negativo a Rajoy. Otra explicación es absurda y supongo que las eminencias firmantes habrán calibrado las consecuencias de que el PSOE vete al PP y a continuación no pueda formar gobierno ante la incompatibilidad genética de sus hipotéticos aliados: terceras elecciones. No tengo nada contra los carruseles electorales si los sucesivos resultados incrementan tanta diversión estupefacta, pero en algún momento habrá que concentrarse de nuevo en las soporíferas tareas presupuestarias, legislativas y administrativas que al fin y al cabo son la coartada para esta quermés del disparate.

Viernes

EL MUERTO VIVO

Desoyendo los torpes consejos de Rivera, en caída libre desde el 20-D, el rey no ha «borboneado». Su bisabuelo lo hizo decisivamente en dos ocasiones con resultados descriptibles: el desastre de Annual y la dictadura de Primo de Rivera. Estos antecedentes disuadirían a cualquier monarca de entrometerse en el juego político. Forzando las implicaciones del verbo, aquí el único que «borbonea» es Rajoy. Ha aceptado el encargo de formar gobierno con tantas cautelas y salvedades que hoy poco menos que se le acusa de tramar la voladura de la Constitución. Pero es impensable otra espantada, por motivos legales desde luego pero también estratégicos: si es rechazado, será difícil para el PSOE no aparecer como el culpable del bloqueo y lograr en las inevitables elecciones la hazaña de empeorar unos resultados difícilmente empeorables. El críptico discurso de Rajoy fue el del jugador que sigue envidando a la espera de que el resto de la mesa pestañee y arroje las cartas. Más que «borbonear», que sugiere un ajetreo impensable, Rajoy levitó hace siete meses y ahora comienza a descender para tomar posesión del campo de batalla.

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