En esta ocasión el titular sintetiza lo que muchos vemos y el Gobierno central desatiende, porque llevamos muchos años diciéndoselo. Resulta que el Aeropuerto de Alicante supera con creces los 10 millones de pasajeros al año (10,5 en 2015 y se estima 12 en 2016) y parte se debe a ser el cuarto con mayor número de vuelos low cost en el Estado. Parece ser que es una noticia positiva, pero a mí no me queda nada claro que más cantidad de visitantes sea mayores divisas y calidad de servicio. De hecho es probable que sea todo lo contrario.

Una vez aterrizado, el visitante se encontrará una serie de carencias patentes desde hace años: acceso caóticos, coches aparcados en las salidas y lo que resulta más desconcertante, la inexistencia de un enlace ferroviario.

Pues sí, ya en el 2012 tanto INECA, Instituto de Estudios Económicos de Alicante, como Compromís demandábamos, y seguimos en ello, la inversión urgente para tener conexiones ferroviarias con El Altet. Recordando que, además, supone poco coste porque el tren pasa por la cercana población de Torrellano. De esta manera quedarían conectados el segundo y tercer municipio más poblados del País Valencià con la terminal aérea, así como el propio Puerto de Alicante.

La «recomendación» desde Bruselas es que todo terminal que tenga más de 6 millones de viajeros anuales disponga de enlaces ferroviarios. Investigando se revela que El Altet es el aeropuerto de gran volumen de pasajeros peor comunicado de Europa. Y la cuestión puede ir mucho más allá. La planificación ferroviaria debería permitir a cualquier visitante enlazar con tren toda la Costa Blanca y pasar incluso de Dénia hasta Gandía o Cullera. No hace falta ser un lumbreras para saber que estas inversiones, aparte de generar un incremento de turismo de calidad (esos que sí generan ingresos) pacificarían el tráfico rodado y reducirían de forma significativa las emisiones de CO2 mejorando el entorno y cumpliendo promesas, legislación y acuerdos.

Así pues, la segunda revelación es el desastre económico y ambiental que supone la falta de una estación intermodal operativa en Alicante, que enlace eficazmente tren, tranvía y autobuses. Y en vista del proyecto OI/2 o intermodal subterránea aprobada, no la veremos en varios lustros. Por cierto, una oportunidad perdida para que en Alicante hubiese un gran parque central. A ver si, al menos y también de forma provisional, enlazan tren y Tram sin tener que pasearse con las maletas por toda la avenida de la Estación, o bajar la avenida de Óscar Esplá hasta la estación (también provisional) de autobuses.

La cuestión no acaba ahí. La otra cara de esta moneda es la apuesta irracional por ampliar las conexiones del AVE (7.289 kilómetros), aparte de incrementar las autovías en 4.686 kilómetros en los próximos años. Un tren que por ir, en el mejor de los casos, a 40 kilómetros más rápido que los Alaris o Euromeds, han mermado frecuencias o abandonado las conexiones regionales que se demandan desde estas tierras, como fue el enlace ferroviario con el Puerto de Alicante. Arañar unos minutos en viajes desde la capital hasta la costa nos ha salido muy caro en todos los sentidos. A nivel estatal esta modalidad ferroviaria de diferente ancho de vía se ha tragado en los últimos cuatro años más del 90% de las ayudas europeas al tren y más de 1/3 parte de las inversiones en infraestructuras de transporte del Ministerio. Sin entrar en los pufos como el de los 140 millones que Bruselas ha demandado hace cuatro días a ADIF por el centro de pruebas fantasma de AVE en Málaga

Estos datos se desprenden del PITVI del PP (Plan de Infraestructuras de Transporte) aprobado justo antes de ser gobierno en funciones y heredero del PEIT socialista (plan Estratégico de Transporte) y ratifica lo ya imaginado, que no se cambia la tendencia sino que se consolida la establecida. Mientras seguimos, por ejemplo, a la cola Europea de transporte de mercancías ferroviaria, datos oficiales de Fomento (OTLE) establecen 3,3% del total frente al 79% por carretera en el 2014, nada que ver con el resto de Europa. Y ya en nuestra provincia tenemos un gran ejemplo de esta sinrazón, ubicando cuatro paradas de AVE (Alicante, Elx, Villena y Orihuela), dejando sin argumentos la única supuesta ventaja que ofrecía la Alta Velocidad frente a los múltiples inconvenientes; a ello añadir el abandono del corredor mediterráneo y nuevo aplazamiento sine die del ya citado y conocido como el «tren de la costa».

Se confirma esta visión simplista, o interesada, de los gobernantes en esto del turismo, el transporte y la modernidad; solo quieren números, mientras que la calidad de los servicios es de las peores de Europa. Si queremos mejorar la movilidad, incluida la de las personas con esta reducida, si queremos poder gestionar de forma sostenible los recursos y traslados (mercantil y ciudadano), si queremos ampliar el concepto del turista más allá de sol y playa y adentrarnos al ecoturismo, las soluciones de intermodalidad, incluida la bicicleta, deberían contemplarse ya en los presupuestos del 2017.

Si queremos estar a la cabeza en los modelos sostenibles y no contaminantes, sin elitismos ni discriminaciones acucia un cambio de tendencia en los modelos de movilidad y gestión del transporte, recuperando, entre otros, los trenes regionales y de cercanías.