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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Rendición o más urnas

Nadie quiere terceras elecciones. Por ahora, no obstante, nos hemos subido al bus que conduce hasta allí. «Fumando espero la investidura que yo quiero», canta Rajoy. Rendición de los demás para ser investido y no quedarse en paños menores. O más urnas. Está harto de esa precariedad y busca empleo indefinido como jefe del Gobierno. La cuestión es desbloquear el asunto. Albert Rivera pregona su «abstención técnica». Pedro Sánchez se reafirma en su «no» para no «perder la confianza» de los militantes y del electorado del PSOE, aunque continúa la desconfianza de los simpatizantes que huyen. Pablo Iglesias no puede dar la bendición a Mariano, y los socialistas podrían abstenerse si surgieran elementos nuevos. Las contradicciones bailan con la calentura veraniega? Lo entiendo, Pedro. Sé fuerte. Da la espalda a Rajoy, que es lógico dadas las heroicidades de este hombre y del PP en cuanto a recorte de derechos y casos de corrupción, y no desea, sin embargo, otra convocatoria electoral. Asume su papel en la oposición y descarta cualquier alternativa. Quizás no. Un poco tarde, claro. Casi todos los nacionalistas intercambian cromos con el equipo popular, que va a sentarse en el banquillo. Por un lado, presidencia de Ana Pastor y vicepresidencias de PP y C's en el Congreso. Y quienes «rompen España», Convergència en este caso, pueden formar su propio grupo parlamentario. «La derecha con la derecha y la izquierda contra la izquierda», como explica en El País un dibujo de El Roto. Ciudadanos no pretende escenificar el abrazo a los populares, que circulan sin regeneración, si bien Rivera terminará aireando lo que se oculta bajo la alfombra tal vez. El apoyo a Rajoy. O sea, que la hipocresía navega perfectamente. Que el PP negocie con una parte del independentismo, puede contribuir a mejorar la tensión con Cataluña. Sánchez no pudo comer de ese árbol prohibido por el Comité Federal, y Rajoy y los de su especie desenfundaron espadas ante lo de que Pedro pudiera negociar con independentistas. Ya lo ven. La cara dura, el pasteleo y la inoperancia siguen al pie del cañón político.

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