Es curioso cómo seguimos dándole vueltas sin parar a la carraca de los pactos de gobierno, ajenos a la transcendencia que puede tener para nosotros el hipotético triunfo electoral de alguien como Trump en los EE UU. Alguien que dice tantas barbaridades sin aparentar el menor sonrojo, tal vez porque la ignorancia es atrevida. Y es que igual que no se puede escribir sin haber leído, tampoco se puede uno meter a gestionar semejante mole sin venir culturizado de casa. Por si sirve de algo, voto por Hillary.

Mucho más de cerca nos toca el «Brexit», un juguete-bomba con el que coqueteó peligrosamente para salvar su bottom el presidente británico, que ha dejado de serlo en buena lid. Como decía aquella canción de Siniestro Total, mucho músculo y poco cerebro. Menos mal que las dos damas May y Merkel parecen estar a los mandos de la desconexión, aunque me apena pensar que si May hubiera llegado antes a la presidencia de su país otro gallo nos habría cantado.

Viniendo al más acá, Rajoy está en plan un poco chulito, queriendo arreglar lo de su investidura a todo correr y como si no le faltaran nada menos que 39 escaños para alcanzar la mayoría absoluta. Un poquito de humildad y mano izquierda no le vendría mal, que todavía se puede quedar a verlas venir otra vez. Los socialistas siguen con ese cocimiento interno que ya no hay quien lo oculte, porque huele y mucho. Mientras varios exministros de varias formaciones, seis de ellos del PSOE, reclaman que haya gobierno ya con Rajoy como presidente, intuyo a Sánchez enrocado en el inmovilismo, sin percibir el riesgo enorme de caída libre que supondrían unas terceras elecciones para su partido.

Yo en estos momentos entiendo a Rivera. Ahora muchos comentaristas y medios de comunicación exigen que Ciudadanos tiene que votar a favor del PP en la investidura, y sin embargo el que esta formación reclame que no haya pacto de investidura con los separatistas es coherente con su programa. A ver por qué va a tener más responsabilidad este partido en la estabilidad de España que todos los demás. Si las negociaciones fracasan, será responsabilidad de todos y habrá que sustituir a los primeros espadas.

Ya que los nacionalistas votaran secretamente a favor de Ana Pastor como presidenta del Congreso y luego se hicieran los locos es de traca. Y es que por los votos se ve dónde están las pelas. Si no ya me dirán qué hace Rafael Hernando, el portavoz del PP en el Congreso, interesándose por los precedentes para procurar que CDC pueda tener grupo propio, con las correspondientes prebendas económicas. Hernando, no te rayes.