Mariano Rajoy pide que lo dejen gobernar pero no explica cómo será su gobierno, todo indica que será el futuro presidente, pero si se empeña en gobernar como en los últimos cuatros años la mayoría de los miembros del nuevo Congreso de los Diputados se opondrán, coherentes con sus respectivos programas electorales. La política económica y social del Partido Popular ha sido rechazada en las Cortes y en las calles. Rajoy pretende ignorar que su partido fue el más votado pero está en minoría, sólo cuenta con 137 escaños y ningún partido, inclusive Ciudadanos, le resulta cómodo acercarse a un partido afectado por numerosos casos de corrupción y si faltaba algo, un Ministerio de Interior que se dedica a espiar ilegalmente a dirigentes de otros partidos, que por otra parte, resulta que ahora está negociando clandestinamente con ellos. Insólito esos votos para elegir la mesa del Congreso, de los cuales nadie se hace responsable. Como dijo Pedro Sánchez, Rajoy tiene que buscar alianzas en los partidos de derecha, de centro derecha, pero no incluía que pactara con independentistas. Si el PSOE se hubiera atrevido, ¡qué escándalo!, lo menos acusarles de traición a España.

Rajoy y su partido tienen que asumir que esta será una legislatura complicada y la derecha española no está acostumbrada a convivir. La elección de la mesa del Congreso indica que la posibilidad de una alternativa, un gobierno progresista, no es posible. Pablo Iglesias está sorprendido por esos diez votos misteriosos, se había inventado una alternativa que si realmente era sincero demostraría su analfabetismo político. Ser politólogo no es una garantía de nada. Parece ignorar que una de las castas más antigua anida en las universidades.

El posible nuevo Gobierno tiene que afrontar importantes desafíos y Rajoy tendrá que ser razonable. Si la oposición es responsable, coherente, el programa popular tendrá que ser tirado a una papelera. Con Ciudadanos no será suficiente, tendrá él también que hablar en catalán, y no solo en la intimidad y quizás también, en euskera.