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El precio del poder

Por mucho que se empeñe César Sánchez, presidente de la Diputación por la gracia de Fernando Sepulcre, su compañero de viaje en la institución provincial es un tránsfuga. Puro y duro. Aquí y en la conchinchina. Fue elegido por los votantes en las listas de Ciudadanos y ahora se ha llevado el acta en la cartera y al estilo de la vieja política al grupo de los no adscritos traicionando a los que le designaron para el cargo. De libro. Episodios que, en teoría, los emergentes de derechas -el partido de Albert Rivera- y los de izquierdas -Podemos- venían a erradicar pero que se han repetido sin ningún tipo de empacho. En apenas un año desde las elecciones autonómicas, la formación de Pablo Iglesias lleva dos fugas: Covadonga Peremarch en las Cortes Valencianas y Nerea Belmonte en el Ayuntamiento de Alicante. Y Ciudadanos acumula ya la marcha del mencionado Sepulcre -con un voto clave en la Diputación- y no parece, además, que vaya a ser la última a lo largo de este ciclo electoral en una organización que vive en media provincia envuelta en los incendios que genera la lucha interna. Habría que analizar, desde luego, cómo y de qué manera se han configurado esos dos partidos a partir de un aluvión de arribistas y de descensos en paracaídas. Allá ellos. No es eso lo más preocupante en estos momentos. Lo peor es que la situación de Fernando Sepulcre en la Diputación tiene un coste. Tiene un precio político que, al final, tendrán que pagar todos los alicantinos. Las declaraciones de César Sánchez en la entrevista que concedió el pasado domingo a este periódico elogiando al tránsfuga, negando la realidad que supone el «robo» de un acta de cargo público y poco menos que abriéndole la puerta para que se cobije en casa del PP ocultan un decorado grave y peligroso. ¿Qué precio está dispuesto a pagar el presidente de la Diputación para amarrar el decisivo voto de Sepulcre? La corporación alicantina se ha convertido en una institución estratégica para los populares. Es el único altavoz, al margen de la decadente y pendiente de reforma tribuna de las Cortes, desde la que pueden lanzar un discurso con cierta potencia de fuego que vaya minando al Consell de izquierdas. En ese engranaje el papel de César Sánchez es fundamental. El presidente de la Diputación necesita estabilidad. Pero tiene que pasar por caja y dar cariño a Sepulcre. Y César Sánchez no parece tener dudas: está dispuesto a hacerlo.

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