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Manolo Alarcón

Silencio

Me subo al coche y en un gesto inconsciente pongo la radio como todos los días. Casi siempre sé lo que voy a oír y hoy, después del atentado en Niza, también. En esta etapa de mi vida he vuelto a los informativos para matar el tiempo mientras conduzco sumergiéndome en sempiternas, huecas y sesudas opiniones sobre la realidad de España después de dos elecciones y a cual más inútil visto que nadie parece que se haya dado cuenta de que los ciudadanos siguen esperando desesperanzados que ocurra algo, lo que sea, de una vez por todas.

Pero hoy todo es diferente. He mandado esta mañana un WhatsApp a un amigo con familia en Niza y le he preguntado que cómo están. Mientras tanto, un tertuliano asegura que estamos comenzando a inmunizarnos con el terrorismo y otro replica que cada día esto de Niza está pasando en otros países de cuya realidad no nos enteramos. Tienen razón, ¿o no? Entra en directo la vicepresidenta, que salta de emisora en emisora antes de entrar al Consejo de Ministros. Palabras vacías y huecas. Hay poco que contar que no se sepa. Agradecimiento a los servicios de inteligencia, pésames al Gobierno galo, comparaciones con ETA -algunas veces sueño que llegará una generación que no entenderá qué eran esas siglas- y preguntas sobre el nivel de alerta 4 que, me temo, no bajará en mucho tiempo. De pronto descubro que apenas estoy escuchando la emisora. Mi cabeza está reviviendo esas imágenes de cientos de personas aterrorizadas corriendo por las calles de Niza en lo que debería ser un día de fiesta para un país con orgullo al que el terrorismo ha sacudido por tercera vez de forma cruenta en muy poco tiempo.

Descubro que tengo ganas de llorar. Eso es algo que da la soledad. Tengo un nudo en la garganta que crece por momentos. ¿Cuándo acabará esto? ¿cómo y dónde comenzó? ¿quién es el culpable? Preguntas que he escuchado contestar mil veces de forma distinta según el color del tertuliano. Me envuelve cada vez más un sentimiento de tristeza y dolor por personas que no conozco pero con las que tan cercanas me siento ahora. Alguien dice que sus cuerpos siguen tendidos sobre el asfalto... y busco una palabra que defina todos estos sentimientos. No la encuentro. No la hay. Sólo un silencio que rompe la radio.

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