Una vez más la barbarie terrorista parece obstinada en no permitir que nos relajemos y en que sigamos teniéndola presente. Ayer esa barbarie volvió a tomar cuerpo por medio de un camión suicida, que arrolló a su paso a más de ochenta personas, en un lugar de los más concurridos del Mediterráneo, el famosísimo paseo marítimo de Niza. La foto que cuelga de mi perfil de mensajería instantánea fue tomada precisamente allí hace unos meses. Fue un día muy feliz que querría que permaneciera en mi retina para siempre y quiero pensar en Niza siempre a través de ese momento. Ese mar realmente tan azul merece ser el escenario de la felicidad de la gente, no una improvisada morgue como la de ayer. No. No tienen derecho a hacernos esto y a sembrar el pánico entre la gente, golpeando de nuevo a nuestra vecina Francia en tan poco tiempo. Se ve que no pudieron hacer nada en la final Francia-Portugal y se han desquitado a los pocos días.

A pesar del dolor que sentimos y de lo mucho que nos repugna, no podemos dejarnos llevar, sino que hemos de mantener la cabeza fría. Los terroristas han de ser detectados, perseguidos, acorralados, desarticulados.

Intervine el pasado jueves en una interesante tertulia literaria, alrededor del libro El mentalista de Hitler, del escritor Gervasio Posadas. En la tertulia estuvimos comentando con Posadas acerca del auge del nazismo en la Alemania de los años 30, y de lo que lo motivó, y una de las conclusiones a las que llegamos fue que, en ocasiones, a lo largo de la historia, la gente ha estado dispuesta a sacrificar ciertas libertades individuales con tal de conseguir una hipotética mejor calidad de vida, como el empleo o la seguridad, lo cual es una ecuación muy peligrosa. En momentos como los actuales tenemos no sólo la amenaza física del terrorismo, porque evidentemente los terroristas están en guerra y tenemos que repeler sus ataques y protegernos. También tenemos la amenaza del auge de los populismos, que braman contra algunos extranjeros, a los que atribuyen en su conjunto el origen de este problema, lo que es una huida fácil del problema, pero que no lo soluciona. La xenofobia es consecuencia de estas acciones criminales, pero también hemos de combatirla, para no ser injustos y violar por causa del pánico que nos provocan estos ataques los principios más esenciales de nuestro Estado social y democrático de Derecho. La situación no es nada fácil y exige tomar medidas urgentes también en España, ¿qué tal si empezamos por tener nuevo gobierno pronto?