Los hechos que han ocurrido estos días en las fiestas de San Fermín en Pamplona con varias denuncias por delitos sexuales nos vuelven a poner sobre la mesa la gravedad de un delito que, desde nuestro punto de vista, es con los de homicidio, asesinato o los de terrorismo con víctimas, los más graves que existen en el Código Penal. Porque no hay sufrimiento mayor en una víctima que tener que soportar un ataque tan grave como lo es a su integridad e intimidad sexual.

Desde nuestra experiencia profesional resulta estremecedor comprobar los relatos agonizantes que realizan las víctimas de delitos contra la libertad sexual en juicios y la situación por la que atraviesan al tener que revivir de nuevo los graves hechos de los que fueron víctimas cuando se atentó contra su libertad sexual. En estos casos, al igual que en los de violencia de género, se les ofrece la declaración por videoconferencia para evitar tener que enfrentarse visualmente a quien cometió uno de los más cobardes y execrables hechos que puede cometer un ser humano, es decir, atentar contra la libertad sexual de una mujer o un menor de edad. Y ante estos hay que recordar que cuando se le escucha a una víctima la voz desgarrada, la voz entrecortada, cuando narra el peor episodio que ha vivido en su vida es cuando nos damos cuenta de la experiencia que han tenido que vivir y los momentos de angustia sufrida ante una violación, o un abuso sexual, perpetrado sin que en muchas ocasiones puedan hacer nada para evitarlo. Lo que se eleva a la expresión del máximo dolor cuando, encima, el delito lo cometen varias personas, lo que supone para la víctima una situación de sufrimiento indescriptible que solo puede ser superada por la muerte.

Recordaremos que en el pasado fin de año estos hechos de ataques sexuales múltiples se produjeron con un despliegue de autores inusitado en diversas ciudades alemanas como si se hubiera difundido por la red social que en el fin de año «todo vale» y se pueden cometer cualesquiera actos, por muy depravados que sean, bajo la excusa de que es época de fiesta, lo que exigió la respuesta contundente de las autoridades alemanas en busca de los autores de los hechos y su puesta a disposición judicial.

En nuestro país, Pamplona también se ha echado a la calle para gritar contra estos cobardes ataques. Pero lo más sorprendente es que mientras que la ciudadanía sensata y reivindicativa salía a la calle para gritar que pararan ya esos hechos, el mismo día se volvían a repetir por otros autores, lo que demuestra que hay un sector de la sociedad que parece que viva en un mundo aparte al del resto de los ciudadanos y sobre el que hay que tomar las medidas contundentes que marca y permite la ley para que las víctimas dejen de serlo. Seguimos insistiendo en que cuando estos hechos ocurren se reclama por la sociedad dureza ante estos casos y otro sector alega que la pena no acabará con ellos, lo que es verdad, pero, al menos, le dará una respuesta proporcional al grave hecho que ellos han cometido y los mantendrá en prisión para evitar que los repitan en ese tiempo. Y lo importante aquí es valorar en qué medida es proporcional una sanción al hecho de coger a una mujer una persona o un grupo de personas (si se les puede llamar así) y someterla en la impunidad a todo tipo de vejaciones o humillaciones sexuales. Porque les podríamos preguntar también a los familiares de los autores de estos hechos, padres, madres, hermanos y hasta incluso mujeres qué respuesta entienden ellos que merecen sus familiares autores de estos hechos. Y a buen seguro también contestarían con dureza, avergonzados de lo que han sido capaces de hacer.

No puede existir en una sociedad una especie de patente de corso ante este tipo de casos. No pueden servir de excusa para cometer estos hechos, o cualesquiera otros delictivos, que la época en que se producen sea una fiesta de su localidad, o que salieron a beber y acabaron cometiendo delitos contra la libertad sexual. No hay excusas. Ninguna. Y mientras algunos no se den cuenta de que la libertad de las personas de que no sean atacadas en sus bienes, ni en su persona o integridad es lo más sagrado seguiremos teniendo ovejas negras que causan un grave daño a muchas mujeres indefensas. Porque lo son cuando se ven abordadas ante la crueldad de quienes no respetan a los demás. Y quienes se creen que viven en la selva o bajo al manto de que pueden hacer lo que quieren y cuando quieren, o que siempre habrá una excusa o razón que les ampare, el Estado de Derecho y su sistema deben demostrar a las víctimas que cuando dicen no es que no. Y eso no admite interpretación posible por quienes quieren que sea sí. Absolutamente ninguna interpretación.