as oportunidades de la crisis son buenas para los que se hacen millonarios con el horror ajeno sin salir a la luz pero el momento es fatal para estar a la vista. Mire a Artur Mas, con lo que él fue, alzando su lápida y consiguiendo un nuevo nombre para aquel partido que se llamaba Convergencia y se apellidaba Pujol. Con la camiseta blanca de Partit Demòcrata Català, va de paleta a construir nación.

Con la misma pluma con la que pide favores por carta al presidente de Sudán del Norte, condenado por la Corte Penal Internacional por crímenes de guerra y de lesa humanidad, Felipe González escribe cómo deben ser gobernados dos países. Que opine de Venezuela se entiende: es el país preferido de los políticos españoles para hacer política. Parecía cosa de Podemos pero el desfile de exdiputados por Caracas no cesa. El consenso no se practica aquí pero lo intenta allí José Luis Rodríguez Zapatero, fantasma en España, buscador de paz social en Venezuela. Cuando Felipe dice en España lo que es bueno para Venezuela se entiende que es lobby pero cuando le dice al PSOE lo que es bueno para España, ¿lo hace como expresidente socialista o como lobista de grandes empresas?

José María Aznar pisó cumbre en las Azores pero ahora llegan del Reino Unido informes de que se alió con Tony Blair para fingir que querían retrasar la segunda guerra de Irak. Federico Trillo, Napoleón en Perejil y paladín de la verdad en Turquía, niega la mayor: España no fue a la guerra de Irak. Fue con el invasor pero de buen rollo. Como sea, el informe no descubre faceta nueva de Aznar, que se despidió dando su palabra a los directores de los principales periódicos españoles de que el 11M era un atentado de ETA. Como mentira de Estado habrá quien defienda que fue «por nuestro bien». En este momento, Aznar, excéntrico millonario y culturista, ya sólo miente en su propio beneficio.