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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Villena, objetivo 2025

Aprovechando que el alcalde de Villena, Francisco Javier Esquembre, ha participado con nota como ponente en el curso de la Complutense en El Escorial sobre «Ciudadanía y servicios públicos en los nuevos Ayuntamientos», aportando su experiencia en un Ayuntamiento con mayoría absoluta Verde, me permito verter algunas opiniones acerca del que considero un caso insólito de marginación e indiferencia generalizada hacia el municipio donde nací e hice el bachillerato, esto es, eso que imprime el carácter de una persona para los restos.

A pesar de estar en un importante nudo de comunicaciones, para mí que Villena apenas ha estado en el mapa de los políticos, que se han tropezado con ella, sin buscarla, al ir o venir del final de sus lindes. Suele suceder con las ciudades de frontera.

Todavía recuerdo con estupor el único día de este año en que la ciudad fue citada en el Informativo Territorial de TVE, en su edición de las 14 horas, solamente para la Comunidad Valenciana, con motivo de la visita de la Reina Sofía al Centro Primadomus. Fue escuchar al presentador Salva Campos pronunciar en la entradilla «en la localidad alicantina de Villena» y salirme un sarpullido. Debiera haber aludido a la capital del Alto Vinalopó. Pero no. Después habló de Buñol sin citar su provincia, del mismo modo que cada día alude a Sagunt o de Xàtiva sin la coletilla de la localidad valenciana y a Vila-Real sin etiquetarla de castellonense.

Sí, Villena parece un lugar remoto. Lejano. Pero es capital de una comarca importante, y por su relevancia debemos seguir luchando quienes apostamos incondicionalmente por ella. Quienes sentimos rabia al comprobar cómo se quedaba sin Hospital comarcal. Quienes sentimos impotencia al enterarnos que no nos íbamos a librar de que el centro penitenciario Alicante II fuese a parar a su término, y que la ciudad fuese asociada al mismo (cárcel de Villena). Quienes todavía vivimos con estupor que la estación del AVE se instalase en medio de la nada, sin que nadie nos haya dado una explicación al respecto (¿de quién son los terrenos?, ¿por qué allí?). Quienes, en definitiva, vemos cómo la que debiera ser joya de la corona pierde ha perdido peso en el contexto provincial y autonómico década a década. Y suma y sigue.

Villena recibió el título de ciudad el 25 de febrero de 1525. Por lo que en 2025 celebrará el 500 aniversario de tal efemérides. Puesto hoy en día lo que no sale en los medios no existe, no vendría nada mal sacar todo el partido posible al evento. Usarlo como pretexto para posicionar en el mapa a una ciudad que, por causas que no se pueden explicar en pocas palabras, quedó en los márgenes.

Entre las numerosas virtudes que adornan a Villena una de ellas, no banal, es la de no haber crecido como las ciudades de aluvión. Calp, el municipio de nuestro actual presidente de la Diputación, contaba hace un siglo con 3.000 habitantes, mientras que Villena ya era Villena) Esto significa que su población ha permanecido estable durante las últimas décadas, mientras otras capitales de comarca han crecido exponencialmente, capital inclusive. Ello implica que los 35.000 habitantes de Villena hayan podido conservar su acervo, sus tradiciones, su habla y su vocabulario (miles de términos que todavía se usan sin estar recogidos en el diccionario de la RAE). Todas esas señas de identidad que se han perdido casi por completo en muchos lugares de la provincia. Y que para cubrir el hueco, se inventan, forzando y deformando lo que nunca existió.

Sea como fuere, no sería un mal objetivo este de «Villena 2025». Apuntalar su capitalidad y resituarla en el mapa. Todos a una. Que ya van siendo demasiado trenes perdidos.

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