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Desde mi terraza

Luis De Castro

8 años de la Operación Triunfo

En la noche del 11 de Julio del año 2008, una ambulancia me trasladaba al Hospital La Fe de Valencia; era el tercer intento de trasplante de mi castigado hígado porque las otras dos resultaron fallidas por incompatibilidad. Unas horas más tarde mi cuerpo albergaba un nuevo órgano, gracias a la generosidad de la familia de un treintañero fallecido horasantes en accidente de moto, y a las expertas manos del equipo de cirujanos que realizó la intervención. Así que acabo de cumplir?8 años! Por lo tanto me he convertido en una especie de Bustamante, Bisbal o Rosa de España, todos ellos hoy famosos -un servidor no tanto- gracias a aquel vilipendiado programa de Operación Triunfo. La diferencia estriba en que el triunfo en mi caso es de muchas personas, pero especialmente de donante y ejecutante, que como en el teatro la acción se desarrolla siempre entre protagonista y antagonista. Tras catorce meses casi agonizantes en lista de espera, la vida me concedió esa segunda oportunidad que tanto estoy disfrutando. Tras nueve días de estancia en el hospital los médicos me dieron el alta con la siguiente frase: «Es usted un privilegiado, cuide ese órgano porque de no hacerlo habrá privado a otra persona de seguir en este mundo con calidad de vida».

Discúlpeme el lector si cada año incido en este tema, que no esconde sino la intención de convencer a los familiares de pacientes en situación de muerte cerebral, para que autoricen la utilización de los órganos de una persona sana en beneficio de enfermos terminales; y para que cuando se les acerquen los médicos no los vean como cuervos de bata blancaesperando la presa, sino como ángeles que le pedirán las alas del difunto para implantarlas en otro ser humano que, gracias a ellas, seguirá volando. Como sabe el lector, desde el año 2012 ya existe en Alicante, en nuestro Hospital General, un equipo de trasplantes hepáticos; costó mucho vencer la resistencia de Valencia a perder el absoluto protagonismo en este tipo de intervenciones, pero finalmente el 21 de septiembre de aquel año se realizó en nuestra ciudad el primer trasplante de hígado a un enfermo que hoy sigue «vivito y coleando», y muy contento. Hasta la fecha se han realizado 139 trasplantes de hígado a ciudadanos residentes en la provincia, con un índice de supervivencia altísimo. Y podrían haber sido más si en algunos hospitales no siguieran enviando a los aspirantes a Valencia, en una especie de desconfianza absurda en el equipo alicantino.

Por circunstancias personales he seguido paso a paso el desarrollo y consolidación de ese equipo, ya que algunos de los cirujanos forman parte de mi vida diaria. Estoy por lo tanto bien informado, y soy testigo de la entrega y el sacrificio de unos profesionales disponibles en cualquier momento, y para quienes no existen días de descanso o fechas señaladas, se encuentren donde se encuentren y a cualquier hora del día; más de una vez hemos interrumpido un almuerzo o cena relajados ante el aviso telefónico de la existencia de un donante, o «mis amigos médicos» debieron dejar a la familia con la mesa puesta en día tan señalado como Nochebuena, coger el coche desde la ciudad natal y hacer cientos de kilómetros hasta Alicante en plena noche. Pero supongo que para ellos esos sacrificios quedan compensados por la alegría y la satisfacción personal y profesional de ver a sus pacientes llevando una vida normalizada, tras permanecer en algunos casos solo dos o tres días en el hospital tras la operación.

Es un momento de celebración para mí, pero también para todos los ciudadanos españoles que pueden presumir de una Sanidad Pública que, a pesar de muchas deficiencias todavía, es la mejor de Europa. Así que voy a celebrar mis ocho añitos con mis amigos, con alegría que el caso exige; y les aseguro que si mi terraza fuera tan grande como una plaza de toros o un estadio de fútbol, mis lectores estarían todos invitados. Pero todo se andará? Mientras tanto, por favor abandonen las dudas morales o éticas, y permitan que el fin de la vida de un ser querido sirva para dar vida a otros seres. Esta sí es una verdadera Operación Triunfo, y mis amigos ya me obsequiaron con una copa triunfal que es más importante que la que acaban de ganar los portugueses.

La Perla. ... «Hasta qué punto esa pequeña vela lanza sus rayos! Así brilla una buena acción en un mundo travieso». (William Shakespeare, El Mercader de Venecia).

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