No exenta de problemas, parcheada hasta la saciedad, a última hora y a la carrera la Xarxa de Llibres, el banco de libros gratuitos, «la criatura» de Vicent Marzà ha llegado al final de su segunda fase. Los libros están almacenados en los centros educativos, el listado de alumnos que se beneficiarán del segundo pago por la compra de libros comienza a llegar a los ayuntamientos y nuestro conseller ya tiene toda la información en la mesa de su despacho; información que será fundamental para dar el siguiente paso.

La tercera fase del banco de libros dará comienzo en septiembre y desde mi punto de vista será la más conflictiva y creo que también jugará un papel fundamental en la continuidad del programa. Por un lado habrá que comprar libros. Ahora mismo no todos los niños que pertenecen a la Xarxa tienen garantizados los libros de texto gratuitos para el próximo curso. Imaginemos que un centro tiene 20 lotes de libros en primero de ESO; 20 alumnos que para el siguiente año necesitarán 20 lotes de segundo de la ESO, pero el centro solo posee 15 lotes. ¿Quién debe comprar los cinco que faltan? Por los claustros de maestros y profesores hay rumores de que han de ser los colegios e institutos quienes, con cargo a sus presupuestos anuales, deben hacerse cargo de la compra de los libros que falten. No me parece mal debido a que cuanto antes estén los libros en los centros educativos, mejor. Y esta medida acortará los plazos. Otra cosa es cuándo se reembolsará ese dinero al centro educativo y me consta que muchos de ellos no tienen sus arcas para realizar desembolso de este tipo. Por otro lado, de más difícil solución ya que no se resuelve con dinero, es ver cuál será la reacción de algunos padres a la entrega de los libros. Cuando antes del 8 de septiembre haya que entregar los lotes de libros usados a los alumnos, maestros y profesores encargados del reparto tendremos que estar preparados para escuchar comentarios de todo tipo: «Estos libros son más viejos que los que mi hijo entregó», «estos libros llevan el nombre», «aquí hay tres libros subrayados», «prefiero comprar los libros a que mi hijo estudie con estos» y otros de corte malsonante y racista que no creo que sea apropiado mencionar en estas líneas. Y, si como creo, esto ocurre el primer año, teniendo en cuenta que los libros deben tener una durabilidad de cuatro años, sin ser agorero, pienso que el programa de libros gratuitos ideado por el señor Marzà tiene los cursos contados.

El banco de libros, con todos sus fallos, con todos sus errores no deja de ser una oportunidad que tenemos los padres de enseñar y trasmitir a nuestro hijos valores imprescindibles como altruismo, compañerismo, respeto, compartir, cariño, empatía y sentido común; valores que puede cultivar un niño, un adolescente, trabajando con un libro que le han prestado y que sabe que tiene que donar al año siguiente. Los centros educativos pueden y deben «abonar y cuidar» estos valores, pero «la semilla» tiene que llegar de casa, la semilla la siembran los padres. Que el banco de libros gratuitos para todos los alumnos de enseñanza obligatoria tenga continuidad en el tiempo, y repito, mejorando lo mejorable, depende en gran medida de las familias, depende de la capacidad que tengamos los padres de trasmitir y de concienciar a nuestros hijos de dos cuestiones fundamentales: La primera es, ya, la necesidad imperiosa que tiene el ser humano de realizar una buena gestión con los residuos, con la basura que producimos. Para un niño será más fácil de entender los conceptos de reutilizar, reciclar y reducir en este caso, a través de lo que aprenda con un libro usado. Pequeños gestos que pronostiquen un futuro mas esperanzador para nuestro planeta. Y la otra, quizá más a nuestro alcance, es la de despertar en nuestros retoños el espíritu de generosidad que todos llevamos dentro y que ayudará, sin lugar a dudas, a su felicidad futura.

Pero no olvide, señor Marzà, que usted es el papá de la criatura. Usted la ha lanzado al sistema educativo valenciano sin encomendarse ni a Dios ni al diablo. Un proyecto tan ambicioso, tan pedagógico y tan humano carece de un punto fundamental, punto del que usted presumía en su programa electoral que haría y es el de la consulta. Consultar a equipos directivos, equipos educativos y a padres, prever todos los posibles inconvenientes y trabas, esta vez se le ha olvidado. Así si el banco de libros se desmoronase y los padres fuésemos capaces de entonar el «mea culpa», ¿qué parte de responsabilidad asumirá usted? No se equivoque, al fin y a la postre la Xarxa de Llibres también valdrá para evaluar su valía como político.