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Grafiteros en Cigarreras

El grafiti contemporáneo, como uno de los elementos que conforman la cultura Hip Hop, surge en los años sesenta como una expresión de contenido y opinión social, rebelde, revolucionaria, irónica, muy peculiar, en cuanto que utiliza la expresión escrita y la imagen, simplemente una firma, unas letras abstractas, un acrónimo, números, combinados con símbolos como flechas, nubes, signo de la paz, que se ejecutan en las fachadas, en los muros urbanos, en las superficies de los vagones de metro?, buscando un alto impacto. El grafiti es, ha sido siempre, sobre todo la reivindicación de lo anónimo que convive en una ciudad, es un gesto de presencia, de incomprensión, de rebeldía, por lo que su sentido principal, el crítico, se establece en el espacio urbano en el que reivindica el espacio del caos individual, propio de ese individuo anónimo que compone la sociedad.

El grafiti parte de la necesidad de expresión del ser humano, con los medios que posee, un punzón, un rotulador, el aerosol, fundamentalmente en un muro?, realizar signos, dibujos, o solo insultos. Pero surgen desarrollos en el grafiti cercanos a la pintura tradicional, tan interesantes como el de Banksy, que no es un grafitero al uso, pero se basa en su filosofía: el anonimato, la plantilla como registro plástico estándar, significativo de este anonimato, la invasión del espacio público, su carácter efímero, sus imágenes son arquetipos, extraídas de la ilustración, de los medios de la cultura pop, pero la idea, la ilustración que hace de esa realidad que denuncia revoluciona la más básica del grafitero convencional.

En algunas ocasiones se ha intentado introducir el grafiti urbano en las salas de arte, como la exposición que podemos ver en las Cigarreras. Pero el que se busque con ello darle mayor dignidad es confundir los términos en los que se mueve esta creación artística, pues le quita la dimensión urbana que es su esencia fundamental, necesaria para ser realmente una expresión grafiti. La sala de exposiciones no tiene ni la distancia, ni la luz, para su correcta visualización, ni la fuerza o el impacto que le aporta el espacio urbano en el que puede ser visto por todos. Su valor es que el arte sale a la calle, no se recluye. En la sala sus formas quedan falseadas, con un discurso poco apropiado para este espacio. Este tipo de grafiti tiene su impacto real en la ciudad, en las medieras de los edificios, en esa mayor cercanía al pueblo que esta expresión reclama. Animo a proponer un proyecto realmente ambicioso ofreciendo a los grafiteros la responsabilidad de habilitar un espacio urbano de grandes dimensiones, o disperso por la ciudad. Y que los artistas en su propio medio desarrollen su lenguaje, su evolución, en óptimas condiciones, intentando darle toda la impronta y complejidad que ellos puedan aportar. Seguramente nos encontraríamos sorpresas muy valiosas.

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