Siendo alcalde de Alicante Luis Díaz Alperi, se rotuló una calle de la zona residencial interior de la Playa de San Juan con el nombre de la edil Marina Olcina por haber sido la primera mujer concejal del consistorio alicantino. Como tantas veces, tuve que soportar el error histórico, uno más, porque no fue ni la primera ni la segunda ni la tercera, sino la sexta. Cuando falleció en enero de 2014 se insistió en la equivocación.

Hubo quien dijo, con similar ignorancia, que resultó ser la primera electa democráticamente. También falso. Ninguna de las cinco mujeres anteriores, que citaré más adelante, salió de la voluntad de las urnas sino colocadas a dedo, bien por la primera autoridad municipal cuando la Dictadura del general Miguel Primo de Rivera, bien por el gobernador civil, a propuesta de los partidos o sindicatos a los que representaban, en tiempos de la II República pero ya una vez estallada la guerra.

El 12 de diciembre de 1924, en pleno directorio militar primorriverista, fueron nombradas las primeras mujeres concejales de Alicante, con el general Julio Suárez-Llanos como alcalde, merecedoras por tanto de tener una vía pública con su nombre, tres experimentadas maestras, profesoras de la Escuela Normal, Catalina García-Trejo, que sería teniente de alcalde, Cándida Gimeno y María Socorro Solanich, que muy probablemente le darían clase a la mencionada Marina Olcina que estudió Magisterio.

De ella tengo una anécdota muy curiosa. Yo la había citado en mi libro coescrito titulado Alicante, 1939 en su condición de joven consejera municipal, que es como se llamaba por entonces a las concejalas, cesada el 9 de febrero de ese 1939, tras siete meses en el cargo, siendo sustituida por otra mujer, Lupe Cantó.

Pues bien, cuando se inauguró el monumento a Gastón Castelló en la hoy plaza del 25 de Mayo, a espaldas del Mercado Central, un amigo asistente me indicó que una señora de pelo blanco, enjuta y con gafas era Marina Olcina. Yo nada sabía de su vida posterior. La sorpresa vino cuando se acercó hacia mí con gesto afable y me preguntó: ¿Es usted hijo de Carmen Matas? Estupefacto le dije que sí y me respondió que en cuanto me vio le había recordado enormemente a mi madre, compañera suya de estudios, de la que guardaba un grato recuerdo y que nunca más volvió a ver desde el 36 en que dejaron las aulas de la Normal. ¡De aquello habían pasado más de sesenta años y me identificó por el parecido!

En 2004 tuve ocasión de tratar más intensamente a esta veterana comunista que vivía en la calle Guzmán el Bueno de Madrid y pasaba temporadas en su piso de la plaza de España de Alicante, frente al Panteón de Quijano.

Era yo director del Instituto Alicantino de Cultura Juan Gil-Albert y le solicité una colaboración literaria ante la exposición Arte Preso que organizamos tras recibir y revisar la colección inédita de dibujos carcelarios de la posguerra que había recopilado en el Reformatorio de Adultos el pintor y catedrático de Instituto Ricardo Fuente y me mostrara su hijo, también artista y de igual nombre, nacido accidentalmente en Sant Joan d´Alacant cuando terminaba la contienda y residente en la zona de Finestrat tras su jubilación.

Escribió Marina un texto manuscrito entrañable, demostrando conservar muy buena letra y gran memoria, tratándose de una octogenaria. Era una mujer positiva, nada rencorosa, que reconocía las barbaridades cometidas en ambos bandos, mirando hacia atrás sin ira y al futuro con esperanza de una reconciliación definitiva.

De nuestras gratas charlas recuerdo su interés en descubrir la firma de su hermano, el escultor Vicente Olcina, escondida en algún parte de las imágenes del altar mayor de la basílica de Santa María de Elche que le encargaron hacer estando en la cárcel, prohibiéndole grabar su nombre para no constar la autoría de un comunista en unas figuras religiosas.

Antes que Marina hubo dos concejalas republicanas más como ha dado a conocer el investigador Alfredo Campello, designadas en septiembre y diciembre de 1936, Celia Valls y Aurora Fernández.

Desconozco qué criterios se van a seguir para rotular calles alicantinas con nombres de mujeres. Aquí he expuesto algunos y espero prevalezca el sentido común. En su día propuse otros de personajes de distinto jaez nacidos o vinculados con esta tierra: Francisca Aguirre, Carmen Conde, Carmen Llorca, Elvira Quintillá, Antoñita Moreno?