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Antonio Sempere

Filosofía

La última entrega de la temporada de El intermedio tuvo un cierre de lujo: la presencia en el plató de Emilio Lledó, con quien Wyoming bromeó advirtiéndole que si no estaba acertado en sus respuestas debería volver a la recuperación de septiembre. El filósofo, como es natural, estuvo a la altura de las circunstancias, aunque se mostró encantado en regresar las veces que hiciese falta a compartir su opinión sobre el estado de las cosas.

Conformando un curioso programa doble tal vez no premeditado, a continuación La Sexta dio paso al duodécimo episodio de la serie Merlí, protagonizada por un profesor de Filosofía empeñado en lograr que a sus alumnos les «ponga» la asignatura. Cada una de las entregas lleva el título de un pensador. Mero pretexto o macguffin para apuntalar las tramas. En aquella ocasión fue Hume, lo que dio pie a hablar de lo empírico. Y el 7 julio Merlí cerró temporada con Nietzsche.

Héctor Lozano, el cerebro de la serie, equilibró sus guiones cerrando unas tramas y dejando abiertas otras por si los responsables de TV3, impulsora de la ficción, tenían a bien acomete una segunda temporada. A tenor de los resultados se veía venir que sí, y estos días se ultiman los nuevos episodios que llegarán a Cataluña en otoño y a través de La Sexta a primeros de año.

El director Eduard Cortés puede estar más que satisfecho por uno de esos trabajos que no puede dar más que satisfacciones al equipo que lo ha llevado a cabo. Con un casting ajustadísimo que merecería, en su conjunto, un premio, Merlí huye de tanto de la pedantería como de la banalidad, jugando en una liga completamente distinta a la de productos como Al salir de clase o Física y química. Hablando de lo cotidiano. Mostrando lo que ocurre en el aula con verosimilitud. Un regalazo.

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