Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Javier Mondéjar.

El Indignado Burgués

Javier Mondéjar

El nudo gordiano de las organizaciones empresariales

Hay dos formas de deshacer un nudo gordiano: o empleando talento y maña o con el filo de la espada. Alejandro Magno no tuvo inconveniente en soltar un espadazo cuando se lo presentaron, de la misma manera que hacemos algunos con los nudos en las bolsas de aceitunas, que como no tenemos paciencia o no sabemos, metemos el dedo por un lateral, con lo cual la bolsa queda inútil para los restos y el líquido se desparrama. ¿Es preferible la ruptura o la reforma? La ruptura acaba con los problemas para siempre pero es más cruenta, mientras que la reforma es una operación poco invasiva pero los aplaza, de tal forma que como no andes listo vuelven a salir. Las organizaciones empresariales de Alicante se enfrentan a esa disyuntiva y de momento parecen ir por el camino de la reforma después de escaramuzas, duelos al amanecer y pactos clandestinos. Ojalá funcione.

Lo que es cierto y verdad es que nada es como era hace tan sólo unas fechas en el calendario. Ver a Paco Gómez firmando una carta conjunta con Cristóbal Navarro ha debido poner a algunos los pelos como escarpias, tanto en desiertos lejanos como en cercanas montañas. En el lejano norte, allá donde el Muro es vigilado por la «Guardia de la Noche», se relamían por las bofetadas entre dirigentes empresariales alicantinos, porque a menos bulto, más claridad y divididos somosmucho más débiles. Que nadie se equivoque: para los que tienen la pretensión de mandar -que manden es más discutible- cuanto menos interlocutores en una mesa, mejor, y si encima están a dos calles no hay ni que trasladarse. Ahí ya no hay cainismo entre Valencia y Alicante, es sentido de la comodidad y algunos dirán que hasta de eficacia. Oiga, que lo hizo Sauron con el Anillo Unico «para gobernarlos a todos. Para encontrarlos, para atraerlos y atarlos en las tinieblas». Claro que eso era en la Tierra de Mordor donde se extienden las Sombras y no en el Palau de la Generalitat. ¿O lo he leído mal?

Uno contra uno es menos dos y si lo demás es «terra ignota» pues albricias, besitos y mundos de yupi. Pero en esa bolsa que cerraba el nudo gordiano había una cantidad enorme de mamoneos, intereses particulares, aplausos, palmeros, politiqueos y negocietes, ahora desparramados por el suelo y esperemos que definitivamente, aunque tan circular es la historia que lo mismo nos reaparece en algún momento.

Ahora mismo hay un bulle-bulle en el suelo, preludio de algún corrimiento de tierras. Empresarios que habían dicho que se iban a perder a un bosque reaparecen, despeinados y desorientados, incluso legañosos como recién despertados del sueño, pero ya están en el lindero. Los que juraron que ni hartos de anís les verían perder el tiempo con las organizaciones empresariales atienden llamadas e incluso ponen de su parte para colaborar, quizá escamados y un tanto dubitativos, pero han tenido motivos y no seré yo quien se lo reproche. Andan todavía un poco «zombificados», pero ya le cogerán la gracia al movimiento.

Ver las orejas al lobo pone a los pastores en posición de vigilar al ganado y no es que se le hayan visto las orejas es que hasta la cola se ha divisado y no tan en la lejanía. Tampoco hace falta que los guardianes de ovejas tengan un criterio único, ni siquiera una misma opinión y, desde luego, para nada una sola voz. Lo uniforme es aburrido, pero si hay que tener cuatro ideas claras para defenderse, mejor que no discutamos por las comas. Un grupo representativo sentado a una misma mesa debe dialogar hasta la afonía, pero hay que levantarse al amanecer con una idea del qué, del cómo y del cuándo. Y si fracasas: te levantas y lo vuelves a intentar, que no sería la primera vez.

Dialogar es chulo. Sentarse a la misma mesa con el Diablo suele ser fructífero, seguro que Lucifer se sabe unos cuantos truquitos. Compadreos, los justos, de eso ya teníamos y sirven individualmente para obtener honores y riquezas, pero benefician poquísimo a los colectivos. Y desde luego hay que trazar una raya roja en el suelo: nada de buscar culpables; el pasado, pasado, pero los tiempos están cambiando. Lo cantaba Bob Dylan.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats