Es curioso ver cómo en pocos días ha variado no sólo el tono de los discursos de los principales actores políticos, sino incluso los mensajes en sí. De hecho, tanto discursos como mensajes se han suavizado, en comparación con lo que decían unos y otros al término de las elecciones del 20D.

Los de Ciudadanos andan con pies de plomo ante la posible hecatombe que les podría acarrear unas terceras elecciones. De hecho, han pasado de exigir la cabeza de Rajoy al estilo Salomé, como requisito para sentarse a negociar con el PP, a decir que hacen falta nuevas políticas con nuevos personajes, como oí en estos días a José Manuel Villegas, vicesecretario general del partido. O sea, que han admitido pulpo como animal de compañía.

Podemos ya no anda atribuyéndose vicepresidencias del Gobierno en un brindis al sol, como tras las elecciones de diciembre, sino que está en un plan más de verlas venir, sugiriendo al PSOE que están ahí para lo que haga falta. Estratégicamente se podría decir que metieron la pata hasta el cuello al votar en contra de la investidura de Sánchez y posiblemente se estarán arrepintiendo de ello. Y para mí que los exabruptos que lanza Iglesias son más realidad que futuro, porque es un hecho que la hostia, parafraseándole, se la han pegado ya.

Rajoy parece estar soliviantándose un poco, se ve que tiene ansia de ser nombrado presidente y ofrece, en plan rebajas de verano, atender a quien sea a la hora que sea. Que no dependa el futuro pacto de gobierno de no haberlo intentado, siquiera a las cuatro de la madrugada. Y es que sus señorías tal vez sean tan caprichosos de no poder aguantarse las ganas de pactar hasta por la mañana, como harían las personas normales.

El PSOE está sacando la artillería. Cuando se les va el norte exhiben a Felipe González, que en estos días ha hablado a favor de favorecer un gobierno en minoría, o sea de abstenerse en la investidura de Rajoy, como por otra parte es lógico en alguien como él, con sentido de estado y sin mayores aspiraciones personales a estas alturas. Para Pedro Sánchez, que tocó utópicamente las mieles de la presidencia, ha de resultar muy duro tras sus descalificaciones y con esa tirria que visiblemente siente por Rajoy tener que dar el brazo a torcer. Veremos qué rumbo toman.

Lo que la mayoría de los españoles quiere es tener un gobierno ya, que por razones obvias ha de ser resultado de un consenso. Y, si los líderes políticos no lo consiguen y nos arrastran a unas terceras elecciones, muchos votantes no se lo van a perdonar.