itulo este artículo de opinión con el verdadero sentimiento que alberga nuestro corazón cofrade, el de todos los que formamos la Hermandad de la Misericordia, Nuestro Padre Jesús del Gran Poder y Nuestra Señora de la Esperanza Coronada. Hacer Hermandad es algo para nosotros fundamental. No solo lo es la salida para realizar la Estación de Penitencia del Miércoles Santo, que, lógicamente, supone el cénit de nuestro trabajo durante todo un año.

No es solo -siendo mucho- eso, sino que continuamente nuestra humilde labor, intenta tomar los caminos lógicos de un colectivo religioso que día a día labora para hacer Iglesia y que sus fines se cumplan.

Y uno de esos fines es, lógicamente, la labor social, que no se limita solo a las ayudas económicas que la Hermandad realiza en la medida de sus posibilidades. Es también el acercamiento del Señor y de Su Bendita Madre a las personas, sobre todo a aquellas que, por unos motivos u otros, más pueda ayudar y reconfortar la presencia y cercanía de nuestras imágenes titulares.

Es por esto que queremos compartir ese acercamiento realizado en este Año de la Misericordia a lugares muy distintos y muy especiales a la vez.

De tal forma, el pasado mes de febrero, varios miembros de la Junta de Gobierno trasladamos la imagen de Nuestro Padre Jesús del Gran Poder al Centro Penitenciario de Fontcalent. Allí, los internos y los miembros de la Hermandad vivimos una celebración muy especial, donde se respiraba paz y fraternidad. Compartimos la Eucaristía, el Banquete del Señor, ante su rostro sufriente, el del Gran Poder. Al final de la Misa se realizó un besapiés al Gran Poder al que nos sumamos todos los allí presentes, unidos fraternalmente. Algunos de los internos prometieron al Señor que si el día de la procesión estaban en libertad, acudirían a darle las gracias? Y el día 23 de marzo, en que la Hermandad procesionó, dos de ellos cumplieron con su promesa.

Y siguiendo con esta disposición, durante el mes de mayo se ha trasladado a Nuestra Señora de la Esperanza a tres centros que forman parte de la feligresía: la residencia de las Siervas de Jesús, la de las madres Oblatas y el colegio de las Madres Adoratrices, permaneciendo tres días en la capilla de cada uno de estos sitios. La imagen de la Virgen fue recibida como quien representa, la Madre de Dios, las caras y las lágrimas de quienes la esperaban así lo mostraban, con cantos de las religiosas, al igual que en la despedida. Durante su estancia, la Esperanza estuvo siempre acompañada y recibió oraciones, peticiones, piropos, aplausos?. signos de la devoción y del amor de todos los que la visitaron y acompañaron en esos días.

Queremos continuar esta labor en el Año de la Misericordia y, si Dios quiere, esperamos, en el mes de octubre, volver a llevar a nuestra Madre a otros centros, como el Cottolengo y la residencia de ancianos Nuestra Señora del Remedio

Nos satisface realizar esta labor, estamos para ello: acercar el Señor y Su Madre a la gente.