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Fernando Ramón

La campaña de Hacienda

La macrooperación de la Agencia Tributaria contra el fraude fiscal en cerca de 90 discotecas y locales de ocio de toda España, justo en el arranque de la campaña veraniega, evidencia el alto grado de irregularidades contables, de economía sumergida y de opacidad en los ingresos obtenidos en un sector como es el del divertimento nocturno (y también en el del diurno). Una situación que no pasa inadvertida para muchos de los clientes y de los asiduos a este tipo de establecimientos que observan cómo las labores cotidianas permiten evadir el control de Hacienda. Por no hablar de la frecuencia que, en determinados municipios, los locales de ocio cambian de nombre, de propietario y cómo fluye el dinero por las manos de quienes los regentan. Es cierto que las generalizaciones acarrean siempre grandes injusticias y que no se puede criminalizar a todo el sector. Sería un craso error. Como tampoco se puede pretender que Hacienda incoe expedientes sancionadores por irregularidades administrativas, que incluso en algunos casos puedan alcanzar la categoría de delito, por meras sospechas o por la comprobación visual de esas prácticas defraudatorias. Debe regirse, la administración tributaria, por procesos de investigación para recabar pruebas que determinen la existencia de ese fraude fiscal. Pero, además, este tipo de investigaciones a gran escala tiene también un efecto disuasorio. De ahí la mediática publicidad y la multitudinaria difusión. Aquellos que no han visto pasar por sus establecimientos a los inspectores de Hacienda habrán visto las orejas al lobo y se aprestarán a adoptar todo tipo de medidas con el objetivo de no ser ellos los próximos en caer en la tela de araña que tejen los expertos investigadores tributarios. Como quiera que la casualidad, si es que tenemos que creer en las casualidades, ha hecho casi coincidir en el tiempo la condena al astro futbolístico del Barça Messi, con esta operación de gran envergadura hay quien se pregunta si no hemos vuelto a tiempos pasados cuando actuaciones de análoga naturaleza incidían en un periodo de tiempo muy cercano a las campañas de declaración de la Renta con el objetivo de recordarnos que nadie se escapaba a ese Gran Hermano que es la Agencia Tributaria. Porque, al fin y al cabo, como dice el eslogan publicitario, Hacienda somos todos.

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