Información

Información

Contenido exclusivo para suscriptores digitales

Toni Cabot

Vivir, sí o sí

La conversación traía a la memoria la escena del chiste, aquel que reflejaba la repentina muerte de la anciana esposa ante el resignado marido quien, una vez en el cementerio, en el momento de depositar el ataúd en el nicho, escucha una voz procedente del féretro:

-«Pepe, Pepe, que estoy viva».

-«¿Cómo que viva?», responde el esposo. «Calla, calla, sabrás tú más que el médico».

Algo parecido ocurrió en los albores del verano de 2010, cuando el Hércules recibía la confirmación del crédito de 18 millones que, avalado por el Instituto Valenciano de Finanzas, iba a entrar en la caja para, entre otras cosas, tapar el agujero económico provocado por una temporada de nefasta gestión, por mucho que concluyera con ascenso a Primera. Entonces fue Enrique Ortiz quien, tras ser advertido por varios abogados de la necesidad de consultar y recibir un visto bueno de Competencia antes de tocar el dinero con sello público, salió por peteneras.

-Calla, calla. A ver si creéis que vais a saber vosotros más que Camps.

Ni a Ortiz le interesaba escuchar la más mínima pega que obstaculizara la entrada del maná que iba a cubrir el desfase de un año que se había desbocado en lo económico en aras de conseguir el ascenso, ni Francisco Camps estaba dispuesto a soportar lamentos y reproches desde el sur, lugar siempre predispuesto a estamparle en el morro la vara de medir, sobre todo tras conceder 80 millones de euros a través del mismo IVF para salvar al Valencia. Así que 80 para Mestalla, 18 a Alicante y 14 a Elche.

El asunto ha estallado, pero el estallido, por esperado, no debería sorprender a nadie. Y tanta responsabilidad tiene quien dio el dinero sin pudor como quien lo recibió. A partir de ahí, toca ponerse manos a la obra para concretar cómo se va solucionar el problema. Atendiendo que el escudo de la Liga de Fútbol Profesional -que asegura ingresos para administrar el pago de la deuda- protege al Valencia y al Elche (este último tiene, además, compradores para solventar el problema), la miga se centra en el Hércules. El tacto que ha tenido Illueca en Valencia al esgrimir un trato de «máxima sensibilidad» para cobrar la sanción impuesta a los de Mestalla es el que debe aplicar en Alicante, entre otras cosas porque para saldar la deuda es necesario que el Hércules siga existiendo. Esgrimir en Alicante que el Rico Pérez seguirá albergando fútbol «bien del Hércules o de quien sea» viene a engordar el libro de las desafortunadas expresiones de políticos autonómicos. Sabido es que Illueca no creó el problema, pero si sigue por ese camino va a acabar formando parte de él.

Lo último en INF+

Compartir el artículo

stats