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Rogelio Fenoll

Vicent Marzà

El conseller Vicent Marzà va camino de convertirse en el miembro más mediático del gabinete de Puig y Oltra. Como por aquí nos gusta movernos en la radicalidad, empieza a ser tan odiado como querido por la gente. Tengo amigos que lo llaman «mi héroe» y otros que lo ven como un demonio muy peligroso. A mí me cae bien, por su valentía para remover ciertos temas que seguramente más de uno le aconsejaría no tocar, como el aprendizaje del valenciano en las comarcas del sur o la aplicación de las leyes de la enseñanza por igual a los colegios públicos y concertados. Tal vez tenga un gran futuro en la política autonómica, pese a haberse convertido en unos pocos meses en la bestia negra de miles de padres de alumnos de colegios concertados que evidentemente no leyeron el programa electoral de Compromís. En los años noventa hubo un conseller socialista que suscitó unos odios exagerados por introducir la enseñanza del valenciano en la Educación: confío en que Marzà tenga más suerte que el vilipendiado Ciprià Ciscar.

El martes el conseller de Educación y Cultura se subió al escenario del Teatro Principal de Alicante y, ante un auditorio formado por cargos públicos de la provincia y gentes del mundo de la cultura, desgranó su plan estratégico para la Comunidad Valenciana. Ver a un político en vaqueros y zapatillas, con un micrófono colgado de la oreja, exponer con pasión y sin papeles sus proyectos es algo excepcional. Les podrá parecer una bobada, pero nadie procedente del Consell ha hecho nada igual. Marzà expuso unos planes exageradamente ambiciosos, a sabiendas de que su difícil consecución le puede pasar factura, pero no tuvo miedo a concretar, a proponer unos números que fácil será comprobar a medio plazo si se han cumplido. Acostumbrados como estamos a vagas y tópicas declaraciones en boca de los políticos, especialmente cuando se llenan la boca con la palabra cultura, lo de Marzà es aire fresco. Pero un vistazo ayer a las redes sociales sobre su propuesta de que las entradas de cine o teatro puedan desgravar, con reiteradas acusaciones de «favorecer a los suyos» y «discriminar a otros negocios» me hace temer que, además de que algunos no han entendido nada, a Marzà le endosarán también la muerte de Manolete.

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