Durante la pasada campaña electoral, Pablo Iglesias, líder de Unidos Podemos, dijo en innumerables ocasiones que Pedro Sánchez tendría que elegir entre él o Rajoy. Tras no haber conseguido el sorpasso, es decir, superar a los socialistas en votos y escaños, la pregunta tantas veces pronunciada se vuelve en su contra y ahora es él quién debe escoger. O Pedro Sánchez o Mariano Rajoy. Es cierto, que los socialistas necesitan también el apoyo del partido Ciudadanos, pero si Unidos Podemos no apoya de manera abierta a Sánchez, Rajoy volverá a ser presidente del Gobierno.

Tras las elecciones de diciembre de 2015, Iglesias esgrimió diferentes argumentos para evitar un pacto con el PSOE como la negativa de este partido a celebrar un referéndum en Cataluña o su pacto con Ciudadanos, aun cuando su propio partido había ofrecido un pacto similar en Asturias. Desde marzo de este año podría haber habido un Gobierno sustentado por PSOE, Podemos y Ciudadanos, y el hecho de que este pacto no se celebrase ha pasado factura a estas formaciones políticas. Tras las elecciones del 26 de junio, de nuevo, entre los tres partidos suman más de 176 diputados y la oportunidad de formar un gobierno de cambio existe.

Sin embargo, he oído en diversas ocasiones a militantes de Podemos repetir su negativa a apoyar un gobierno que también estuviese apoyado por el partido de Albert Rivera y señalar que «ahora habría que dejar gobernar a Rajoy, pero atarlo bien corto». Es decir, controlarle a través de las votaciones que se realizan en el Congreso de los Diputados, donde se votan las leyes más importantes o los presupuestos generales. Pero es éste un planteamiento ingenuo, ya que no tiene en cuenta la posibilidad de que el PP gobernase a golpe de decreto. Y cuando esta actitud fuese criticada por los partidos de la oposición, Mariano Rajoy se limitaría a victimizarse y quejarse de que la falta de responsabilidad de sus adversarios políticos.

Y finalmente, Mariano Rajoy, que ha demostrado tener una sorprendente habilidad para ir viendo caer a sus enemigos sin hacer absolutamente nada, aprovecharía las, me temo, más que posibles situaciones de divisiones internas tanto en Unidos Podemos como en el PSOE, para adelantar la convocatoria de Elecciones Generales, fagocitar a Ciudadanos y recuperar la mayoría absoluta para el Partido Popular.

Claro que todo esto se podría evitar si Pablo Iglesias aparca su ego y elige como él mismo tantas veces ha insistido entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy y lo hace pensando en lo mejor para nuestro país y no en los intereses de su partido.