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Marc Llorente

Apuntes afilados

Marc Llorente

Crónica de una herida anunciada

Al parecer, la involución sufrida por la sociedad no supone ningún problema. Lo demuestran los votos obtenidos por el PP, que no ha gobernado, sino mandado a golpe de estaca y se ha lucrado con la corrupción, además de otros lodos que han configurado las formas de actuar de muchos populares. El premio electoral no limpia la fachada de Génova ni las manos del presidente en funciones. Pero cogerá la batuta de un nuevo Ejecutivo. Ahora toca la representación dividida en varios cuadros y con un epílogo donde, de una u otra manera, se producirá la investidura de Rajoy. El poder económico aplaude y le enviará la espinosa hoja de ruta para que no se salga del guión. Mandan las altas cumbres por borrascosas que sean, y él es un muchacho excelente al servicio de esas directrices. La oposición permanecerá atenta a la jugada y no será coser y cantar para un Rajoy que no podrá instalarse en el sillón del autoritarismo. Pedro Sánchez aguarda la reunión del Comité Federal sin salir de las arenas movedizas. La posición del PSOE de no apoyar al PP ni por activa ni por pasiva se diluirá si es preciso para evitar otras elecciones. Los de Ferraz están condenados a ser responsables de esta crónica de una herida anunciada aunque recurriesen a triquiñuelas para votar en contra de Rajoy y salvar la piel aparentemente. Imaginen. Varios diputados socialistas salen del hemiciclo antes de la votación para ir al urinario o no acuden a una segunda investidura posibilitando más votos afirmativos que negativos? En su caso, el «no» a Rajoy de la militancia socialista podría empujar a las terceras elecciones. O al segundo intento de un «Gobierno del cambio». Más comicios supondrían un mayor naufragio del PSOE y aumento de escaños del PP. La otra posibilidad, junto a Unidos Podemos y Ciudadanos, no parece nada probable. El futuro de los socialistas se vislumbra turbio. La liquidación de Sánchez en el 39º Congreso salta a la vista, y la fractura de la izquierda es celebrada por las huestes del Partido Popular. El problema del PSOE, en plena depresión posparto, es él mismo por no sintonizar con los electores que abandonaron hace tiempo la nave.

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