A lo largo de la historia hemos asistido a importantes hitos que el ser humano ha llevado a cabo de forma colectiva y, en ocasiones, sin un liderazgo definido. Hoy en día encontramos ejemplos como la Wikipedia, una plataforma colaborativa en la cual millones de voluntarios aportan su conocimiento, llegando a generar una obra de referencia universal sin ánimo de lucro. ¿Qué nos mueve a tales acciones? Aparentemente no existe un beneficio personal en ellas, sino un bien comunitario.

Para responder a esta pregunta, podemos comenzar por analizar otras especies como las abejas, las hormigas o las langostas, que literalmente han conquistado la tierra de un modo enormemente eficiente, construyendo nidos a gran velocidad, coordinando increíbles estrategias de defensa? Este tipo de comportamientos han sido denominados «mentes colmena», o «consciencia colectiva».

Por su parte, el psicólogo inglés William McDougall reflexionó acertadamente sobre estas cuestiones: «En tanto piensa y obra como miembro de una sociedad, el pensamiento y la acción de cada hombre son muy distintos de su pensamiento y de su acción como individuo aislado».

Desde una perspectiva más pragmática, la ciencia se ha inspirado en las mentes colmena para generar la llamada «inteligencia de enjambre», que no es sino una rama de la Inteligencia artificial que estudia el comportamiento colectivo de sistemas descentralizados, es decir, no jerárquicos. Así, en la Universidad de Harvard diseñaron el Kilobot, un robot muy simple y económico, que actúa uniendo sus fuerzas con otros semejantes, para llevar a cabo tareas complejas.

En un plano quizá más metafísico, también existen científicos que piensan que la conciencia colectiva tiene un efecto físico en el mundo. Fue Roger Nelson quien investigó esta hipótesis desde su laboratorio de Princeton durante más de veinte años. Nelson se preguntó: ¿Podría medirse la alegría o el dolor compartido por muchas personas en grandes acontecimientos? A partir de estas investigaciones, hoy en día existe el Proyecto Conciencia Global, que parece ser capaz, según sus creadores, de percibir oscilaciones en sus aparatos de medición cuando tienen lugar acontecimientos en los que miles de individuos experimentan sentimientos intensos, tales como catástrofes, conciertos, eventos deportivos multitudinarios, etc.

Efectivamente, parece que los sentimientos se contagian. No hace mucho fueron identificadas las neuronas espejo que nos permiten comportamientos empáticos. Tenemos, por ejemplo, la tendencia a sonreír cuando nuestro interlocutor sonríe, o ganas de bostezar cuando vemos a alguien bostezando.

Parece ser que el ser humano, al igual que otras especies, tiene una tendencia inconsciente a comportarse de modo colectivo, y por un beneficio común. Pese al aislamiento progresivo del individuo en la sociedad moderna, algo nos conecta.