La UE, panacea de todos nuestros problemas y causante de todos nuestros males, además de esta eterna paradoja, ha estado tirando demasiado la cuerda de sus propuestas, convirtiéndola en una especie de cárcel expiatoria de los problemas de ella misma. El Reino Unido nos ha dejado y, lo que es peor, pueden seguir otros sus pasos. Ya es definitivo: hay «Brexit», el Reino Unido abandona la UE. A partir de ahora se oirán muchas voces en las que se cargarán las tintas contra los británicos, contra los euroescépticos como si la culpa de su salida fuera exclusivamente suya. Y no es así. La UE se ha convertido en un proyecto fallido y el referéndum británico comienza a confirmarlo.

A ver, ¿quién no ha alzado alguna vez su voz contra los pesados y duros recortes que nos impone la UE? Ha habido un referéndum. Aunque los cargue el diablo, son la máxima expresión democrática para decidir algo. Que haya sido inoportuno, fuera de lugar, inapropiado es totalmente cierto. Cameron se equivocó, pero fue muy legal. Ganó el «Brexit» y dimitió.

El modo profundamente antidemocrático con que ha funcionado la UE, el sí porque sí, porque lo digo yo, su nula política exterior común, su descoordinación€ son muchos los motivos por los que objetivamente los británicos han dado la patada en el trasero de Bruselas y se marchan con la música a otra parte. En dos años serán, de nuevo, británicos con todas las ventajas e inconvenientes que ello conlleva. Sin duda los mensajes xenófobos, muy propio de los británicos, han contribuido a su marcha. Se juega mucho el Reino Unido: tiene un déficit disparado, un complejo sistema fiscal, un problema con su sanidad, con su educación pública, etcétera.

Todo eso da igual. El hecho es que Reino Unido se va y, con su marcha, cerca de 200.000 españoles residentes allí ven cómo se complica su vida. No hablo de estudiantes ni de gente de paso, no. Hablo sobre todo de compatriotas que llevan allí décadas, que han establecido sus negocios y que ahora tienen su futuro en el aire, sin saber si podrán quedarse, si las subidas de aranceles y la caída de la libra darán al traste con su medio de vida, qué pasará con sus pensiones hipotecadas al sistema británico.

Y lo más triste aún para ellos, a pesar de haber sido parte del progreso de ese país en los últimos años, no han tenido nada que decir en su futuro, lo han decidido por ellos, no han tenido derecho a votar. Al menos, todos los británicos que llevan años residiendo en España, buena parte de ellos ya jubilados, sí han podido votar€ aunque la situación para ellos no es menos complicada.

¿Y ahora, qué? Reino Unido es el primer país que abandona la UE en 43 años. Un mal sueño para Merkel, que de buen agrado se quería desprender de Grecia, pero que ahora vive su peor pesadilla con el «Brexit». Europa no está preparada para fortalecer la UE y no lo está porque la mayor parte de sus líderes no dan la talla. La mejor prueba de esta afirmación es que ellos mismos han de asumir una cuota de responsabilidad enorme en esta ruptura de Europa.

No entraré en sesudos análisis económicos -en los que, por otro lado, España sale siempre mal parada con la salida de Reino Unido-, pero sí en los dos caminos a elegir: o romper Europa o fortalecerla. Para conseguir lo primero no hay que hacer nada, basta seguir igual, con una dictadura neoliberal que canibaliza a sus propios miembros, con una Europa de primera y otra de segunda clase. Y especialmente los grupos de ultraderecha van a aprovechar esta circunstancia, lo vamos a ver en Francia, Austria, Bélgica, incluso, España€ es cuestión de tiempo. El mensaje xenófobo que ha calado entre los británicos, se extenderá como un veneno por el Viejo Continente.

¿Y para fortalecer Europa? Sinceramente, lo veo tan complicado que, en el mejor de los casos, creo que se extenderá el estado agónico en que se encuentra la UE, que lleva años en estado comatoso, con respiración asistida, con un Banco Central Europeo que pinta más bien poco, con una inexistente cooperación de servicios de inteligencia, con una defensa de los Derechos Humanos esclerótica€ Quizás, detrás de una unión económica hay poco más que rascar. Quizás el país que ni siquiera ha llegado a formar parte plena de este club sea el que ha encendido la mecha de una voladura descontrolada de la UE. Quizás ellos hayan decidido por nosotros como, de hecho, llevan años haciendo desde Bruselas.

Y tenemos un mal sueño añadido los españoles con el dichoso «Brexit». Escocia que apoyó mayoritariamente la continuidad en la UE, exige un nuevo referéndum para secesionarse del Reino Unido y volver a la UE. Quizá siga su ejemplo Irlanda del Norte. ¿Los admitirá la UE si se produjera esta secesión? Si fuera así, tendríamos un argumento de mucho peso en contra para evitar la secesión de Catalunya?