Observo con espanto que han derivado a la Asociación de Vecinos de Arenales del Sol en movimiento politizado convocando concentraciones para forzar a las autoridades y técnicos a que acepten sus pretensiones y den el visto bueno a la construcción irregular del nuevo hotel.

Han llegado a tal extremo que, para llevar a efecto su escrache, además de repartir octavillas en comercios, farmacia, etc., contratan un servicio acústico el día anterior a la manifestación con el siguiente eslogan: «Se convoca a todos los vecinos mañana 3 de julio, a las 10 horas de la mañana, a la manifestación que tendrá lugar para reanudar la continuidad de las obras». No comprendo que una «Asociación de Vecinos» haya llegado a estos extremos, ya que tienen otros menesteres y el fundamental debe ser no dividir a los vecinos en asuntos de cumplimiento de legalidad.

¿No sería mucho mejor, ese es uno de los fines de una Asociación de Vecinos, luchar y conseguir que se mejoren los servicios y no se recorte la asistencia médica en la pedanía, dejándola desatendida todas las tardes de lunes a viernes y los fines de semana y festivos de todo el verano?

Esta Asociación de Consumidores y Usuarios tiene claro sus objetivos: en primer lugar, conseguir democráticamente recuperar en lo posible la playa y que pueda ser disfrutada por las personas y, hasta si nos apuran, puedan llevar a la misma a sus animales de compañía con su acotación de playa correspondiente. A la vez evitar que esta zona de los Arenales se convierta en un nuevo Magaluf al otro lado del Mediterráneo, con las orgias que con seguridad se organizarán, entre otros, por los turistas con «todo pagado» que llegarán desde la isla británica, según declararon los promotores del hotel.

Si no es posible recuperar la playa, como es lo deseable (pueden ustedes comprobar que en esa zona, -la del hotel- respecto al resto de la playa desde Urbanova hasta El Carabasí ya no queda playa), por lo menos, que se cumpla la ley con su reglamento y se ejecute, no faltaría más, la parte que ampare y garantice a los promotores del hotel y, por tanto, que se cumpla todo lo acordado por los tribunales.

Rehabilítese sin derribo alguno y sin ampliación de superficie y volumetría. No fuercen ustedes a que se cometa una ilegalidad, quizás al presidente y alcalde pedáneo -convocantes al unísono de la manifestación- les tenga sin cuidado, y, como dijo Busenbaum, «Medulla theologiae moralis», que llegó a nuestro tiempo como «El fin justifica los medios», pero, añadan, siempre y cuando el fin sea lícito y también los medios. O bien, tienen otra posibilidad, una ILP y en las que las primeras firmas a estampar serán las de los afiliados de esta Asociación de Consumidores.

Les recuerdo, posiblemente lo desconozcan, que los más perjudicados podrían ser los comerciantes de la plaza. Esta plaza es propiedad de la comunidad de propietarios Victoria Playa, según la escritura de división horizontal como elemento común. El Ayuntamiento, hace veintiséis años, decidió no admitir la cesión de las zonas ajardinadas, así como la plaza central con su fuente, y demás elementos que la componen, y, por lo tanto, quedó consolidado a favor de la citada comunidad.

Hasta ahora, y espero que siempre, ningún propietario se ha opuesto a que la plaza sea utilizada en los meses estivales como «elemento privativo de los locales» y que estos comerciantes se ganen la vida, que buena falta les hace, con la ocupación total de la referida plaza, instalando mesas y sillas y den servicio a los veraneantes. En el supuesto que se termine el hotel y esta zona se pudiera convertir en un pequeño Magaluf, estén seguros de que podría solicitarse que la plaza realmente tenga la utilidad para la que se construyó, es decir, de uso público y propiedad privada y los locales tengan que instalar sus mesas donde les corresponde, que son sus soportales.

Por lo tanto, analicen la actuación de esa «Asociación de Vecinos» y pasen, no faltaría más, por lo que decida la Administración Local y la General del Estado y, si llega a la de Justicia, su decisión tendrá que ser admitida y cumplida por todos y no seguir promoviendo escraches, para intentar doblar el brazo de las autoridades.

Dan a entender, por lo visto hasta ahora, que defienden, como mínimo, intereses comerciales desde Benidorm en contra de los intereses del bien común de todos.

Con respecto a las declaraciones al diario INFORMACIÓN del 02-07-16 del Presidente de la Asociación de Vecinos, en las que dice: «Traerá en cascada una serie de beneficios» entre los que destaca «una mayor actividad económica con creación de empleo, mejora de los servicios, mejora del transporte y comunicaciones, instalación de nuevos negocios y una revalorización de la zona de sus comercios y sus viviendas»... Nada que objetar a su «visión», supongo, que consultó con el Oráculo y, si es avalado y garantizado por la junta de la Asociación y su alcalde, estamos con usted, y deberíamos apoyar construir un hotel, como mínimo, un «Bali Dos», así todos los vecinos y comerciantes viviríamos en la felicidad de un «Lost Horizon», en un Shangri-La utópico y paradisiaco y alcanzaríamos, los primeros en el mundo conocido, la «Utopía» de Tomás Moro, que fue decapitado tal día como mañana (6-7-1535), por Enrique VIII, declarado Santo tanto por la Iglesia Católica como la Anglicana.

Además, observamos, en este caso, que lo que defiende la «Asociación de Vecinos» para el bien de algunos pocos es lo que recitaron excelentemente con música en el KIT KAT CLUB, el Maestro de Ceremonias y Sally Bwies ( Joel Grey y Liza Minelli).

Es lógico y elemental, queridos presidente y alcalde, que dejemos a los hombres hacer, siempre dentro de la legalidad y, cuando el hotel esté terminado y en funcionamiento, si así lo decide la autoridad competente, todo se hará realidad, caerá de los «Cielos» el Maná y, a lo mejor tenemos suerte y en los bellos Jardines del Hotel y en su bajos se instalará por la propietaria del hotel en colaboración con una farmacia de Benidorm un mayor servicio sin tener que aguantar declaraciones inoportunas, y posiblemente nos abran alguna que otra franquicia, un McDonalds, un Cien Montaditos, un Burger King, y hasta posiblemente un par de franquicias heladeras, ¿quién se lo puede impedir? Y en el Jardín Botánico, junto a la piscina, podremos desayunar, comer, merendar y cenar con la brisa del mar y susurrando a nuestros oídos la música que corresponda en cada momento y, podríamos contemplar el atardecer con su ocaso, en un arcano de felicidad.

Muchas gracias por sus actuaciones y en enhorabuena por el éxito de ambos y conseguir aglutinar «no a 300 según la Policía Local, ni a 1.000 según esa Asociación, sino a 10.000 vecinos, según mi recuento", en su gran manifestación, que de acuerdo con las normas que rigen la democracia, si hubieran sido dos, el presidente y el alcalde, sería suficiente.