Es conocido ya el hecho de que el Papa, Francisco, está renovando la vida de la Iglesia. Las noticias son frecuentes y llamativas. Por ejemplo, acaba de crearse, en el Vaticano, el Nuevo Dicasterio para los laicos, la familia y la vida. Este nuevo organismo vaticano tiene, como primer encargo, «promover la instrucción de la catequesis, en la vida litúrgica y en las obras de misericordia». Toda esta obra se encarga a los laicos. El segundo encargo es «promover el cuidado pastoral de la familia y favorecer programas formativos para los novios y para las parejas jóvenes». El tercer encargo es proponer «iniciativas a favor de la procreación responsable, y para la tutela de la vida humana, desde su concepción hasta su fin natural». Esta renovación se ejecutará en el mismo Vaticano: ayudar a comprender este «motu proprio», en el que se dice que la Santa Sede exigirá el cumplimiento exacto de sus obligaciones a los que tiene una responsabilidad de las cargas eclesiásticas. Si no cumplen sus obligaciones, por negligencia o causando graves daños en la Iglesias, se les retirará de sus cargos. La investigación de todos estos casos de negligencia la realizarán las organizaciones eclesiales competentes, a saber, la Organización de los Obispos, la de Evangelización de los Pueblos, las Iglesias Orientales, las Instituciones de Vida Consagrada, las Sociedades de Vida Apostólicas, empezando por los que tienen un gran interés en la renovación de la vida cristiana de la Iglesia, como es el caso del Papa, Francisco, cuyo programa merece todo el apoyo del pueblo cristiano para bien de la Iglesia.