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Fernando Ramón

Refugiados

Llegan con el estigma endosado por quienes les intentan atribuir todos los males de una sociedad de la que precisamente huyen. Huyen de la guerra y en busca de una oportunidad que hasta ahora la vida no les ha brindado, con la incertidumbre por bandera y sin saber qué les deparará el futuro más inmediato. Pese a todo, las miradas de las familias que llegaron hace unos días a Alicante transmitían tranquilidad de espíritu, paz interior, sensaciones y sentimientos comunicados a través del lenguaje no verbal, ya que aún no disponen de la herramienta de las palabras adecuadas para agradecer el refugio hospitalario que encuentran en nuestra tierra. El mismo que en otros puntos de España y de Europa que, con cuentagotas, van acogiendo a estos hijos de la guerra siria, de la barbarie del terror que se ha adueñado de esas tierras orientales que se han ido deshabitando a pasos agigantados. Son hombres y mujeres, niños y niñas de bien que, en muchos casos, necesitarán reivindicar su bonhomía. Una asignatura que a otros se les supone, pero que ellos necesitarán revalidar constantemente. Como el compatriota que se ha convertido en todo un héroe en Alemania al devolver los 50.000 euros que se encontró en el fondo de un mueble, que le habían proporcionado los miembros de una asociación de cooperantes para que formara parte de su hogar. Esa historia convertida en el mejor ejemplo de cómo son esos buscadores de sueños, esos nómadas que, como antaño sucediera con nuestros antepasados, deambulan para hallar ese horizonte donde sólo exista la paz necesaria para seguir viviendo, para ofrecerle un futuro mejor a sus hijos. Un episodio que, perfectamente, podría protagonizar cualquiera de las decenas, de los cientos, de los miles de refugiados que han desafiado a la muerte para alcanzar en Europa cualquier punto de destino que sea sensible a sus pretensiones. No se fijan ninguna meta. No se marcan ningún objetivo que no sea el comenzar desde cero una vida nueva marcada por la huella del horror, pero a la que se van a enfrentar con la mejor de las esperanzas. Esa que han encontrado en quienes les ayudan y les ofrecen una oportunidad única para que esquiven ese futuro tan descorazonador que hasta ahora se le había cruzado en su camino. Que la suerte os acompañe.

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