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Antonio Sempere

En pocas palabras

Antonio Sempere

Santjoaneries

Sí. Yo también estuve el 7 de junio en el Concierto de Fogueres organizado por este diario, en donde ganó el Concurso de Pasodobles Santjoaneríes, del biarense Fernando Campos Valdés, mi preferido de la terna de candidatos. Hace menos de un mes, pero qué lejano queda. Eran las vísperas. Las preciosas vísperas. Recuerdo a las puertas del ADDA el reencuentro con mi paisano Antonio Ferriz, miembro del jurado. Esa luz y esa calima propia del pórtico de las fiestas. Una celebración a la que plantamos cara todavía con ilusión, mientras otros huyen de la ciudad cargados de motivos.

Y es que la fiesta está bastante irreconocible. Quienes recordamos nuestras Hogueras del 21 al 24, ya se sabe, el 21 entrada de bandas, el 22 ofrenda, el 23 desfile de ámbito provincial y el 24 cremà, nos asombramos por la elasticidad del programa, que además de abarcar las dos semanas previas a San Juan, incluye actividades a lo largo de todo el año. Digámoslo claro. La Fiesta tradicional ha sido devorada, simultáneamente, por un lado, por eso que llaman marcha (por el botellón y los DJ´s, por las firmas comerciales omnipresentes, por las vallas invadiendo literalmente todas las esquinas), y por otro lado, por la fiesta oficial. Cuán grande se ha hecho el protocolo. Qué desmesurado.

A mí me llama sobremanera la atención cómo en una fiesta que es multitudinaria, que es de todos, algunos de los actos principales se hayan desposeído de eso fundamental que es el público. El ejemplo más elocuente lo encontramos en la cremà de la hoguera oficial en una plaza completamente vacía. Claro que hay que velar por la seguridad. Pero no deja de resultar chocante que mientras hace menos de quince años, con monumentos de semejante envergadura, el público abarrotaba los pórticos, en la actualidad el ritual sólo pueda vivirse a través de la televisión. Los espectadores reales han sido sustituidos por cámaras. Eso por no hablar de cómo los asistentes no virtuales, los presenciales, también se empeñan en capturar sus imágenes con los dispositivos móviles más que en vivir el momento.

La Festa del Poble, la noche mágica, el ritual del fuego, ha quedado constreñido, medidas de seguridad mediante, a cosa de unos pocos, acotados entre vallas. A icono televisivo. Resulta llamativo que dos de las cremàs más espectaculares de la ciudad, la de la plaza del Ayuntamiento, pero también la hoguera del primer premio de categoría especial, Sèneca-Autobusos, resultasen tan difíciles de ver para el gran público. Sí. También la zona reservada de la hoguera premiada fue desmesurada.

Pero habría que romper una lanza por Sèneca. Ojalá hubiesen muchas comisiones como la que preside Josep Amand Tomás. Modélica del 20 al 24 de junio y el resto del año. Su entrada de bandas, con la de Agost, nos hizo vivir uno de los momentos más emocionantes del presente ejercicio. El concierto de la Sinfónica Municipal en su plaza el 10 de junio tuvo un inconveniente: se escuchaba mucho más a los niños jugando que a los músicos.

Si la plaza del Ayuntamiento estuvo vacía (con dos de sus cuatro pórticos laterales cegados por obras) por motivos de seguridad, mucho menos se entiende la ausencia de público en la avenida de Alfonso el Sabio tanto en la entrada de bandas el 18 de junio como en la ofrenda del 21 de junio. El paso de las belleas infantiles, de sus homónimas de otras ciudades y de la propia Banda Municipal tuvo lugar con el itinerario desierto hasta la mismísima embocadura de la Rambla. Si a esto añadimos que por cuestiones de protocolo la Policía Local impide el acceso a los curiosos a la plaza de Abad Penalva volvemos a una situación idéntica a la de la cremà oficial: el final de la ofrenda solamente puede verse televisado. El pueblo no tiene cabida en el ritual. Copia exacta de lo sucedido en Valencia. Menos mal que nos quedan las mascletàs como elemento vertebrador.

La fiesta oficial se agiganta, mientras la otra, la impersonal, la de la contaminación acústica, el botellón y la desmesura, la mala educación y el exceso consentido, parece desbocada. ¿Hasta dónde? ¿Hasta cuándo?

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