Seguramente meteré la pata escribiendo lo que voy a escribir, pero -como dice el refranero- «lo importante es atreverse a hacer o decir cosas» aun corriendo el riesgo de equivocarse, porque el mundo es de los atrevidos, ya que, como dice mi amigo Pedro Martínez Boro: «De los cobardes nunca se escribió». Ese fue el éxito de, entre otros, los periodistas José María García o José Ramón de la Morena, que se han atrevido a decir lo que otros solo pensaban. Así es que, cuando se publique esta tribuna estaré en boca de todos, como mínimo, unas horas. Para unos seré un tipo cojonudo por lanzarme a una piscina sin agua, mientras que para otros seré un hipócrita de mierda porque pensaréis que no me creo lo que digo/escribo. ¡Libertad, libertad sin ira, libertad! (Jarcha).

El otro día leí y escuché lo que publicaron y dijeron los medios sobre el balance del primer año de gestión del equipo de gobierno (PP) en la Esquina del Pavo. Me dije: ¡Pobre Orihuelica!. Y me acordé de algo tan simple -o tan complicado- como es un pacto, siempre que se quiera trabajar por y para el pueblo. Si mal no recuerdo (todavía no tengo lagunas mentales, aunque últimamente me han recordado que ya tengo una edad), PP y C´s llegaron a un acuerdo para asegurar la gobernabilidad en el palacete del marquesado de Arneva y la oposición les puso a parir -les dijeron más que «chupacharco», como dicen en Bigastro-, sobre todo a los del catalano/español Rivera. Y me vino a la memoria (no necesito comer rabos de pasa para acordarme de las cosas) que cinco años antes estábamos en lo mismo, poniendo a caer de un burro al tripartito, en el que, paradójicamente, estaban casi los mismos que sustentan a los «peperos» (antes CLr, ahora C´s) y, «entre ponte bien y estate quieta», se pasó la legislatura con más pena que gloria; o sea, ¡se perdieron cuatro años!.

¿Recordáis algo relevante que se hiciera durante el mandato de Monserrate Guillén?; ¡va a ser que no!, ¿verdad?. Yo sí recuerdo que las grandes propuestas de la anterior legislatura pasaban por recuperar el edificio de los antiguos juzgados -¡coño, como ahora!-, la Plaza de Toros -¡ahora se quiere derribar, aunque mi amigo Juanico dice que sería ilegal!-, la peatonalización del segundo andén (A. Moreno), el centro de salud del Rabaloche, el PGOU, el convenio de las obras del AVE -¡seguimos sin tenerlo!-, la Ciudad Deportiva o el problema de Dinoco, entre otras cuestiones. Cinco años después «la vida sigue igual» (J. Iglesias), aunque un «molt honorable president» tuvo la feliz idea de jugar con los sentimientos de los rabalocheros -al más puro estilo podemita; ¡el que va con un cojo cojea o por lo menos ranguea!- prometiendo una infraestructura que sigue siendo eso, ¡una promesa!.

Guillén se escudó durante cuatro años diciendo que en las arcas municipales no había ni un duro, porque habían sido poco menos que «saqueadas» por los peperos de Mónica Lorente. Cinco años después Emilio Bascuñana asegura que el bipartito verderol/sosiata le dejó la caja más «pelá» que la «guayaba» de una muñeca y que por eso se tiene que hacer un esfuerzo titánico para que «el Ayuntamiento funcione».

¡Y es aquí donde, seguramente, voy a meter la pata!. Y la voy a meter porque, cuando leí y escuché todo esto, me vino a la cabeza algo que fue fundamental para que este país, España, superase una crisis, tal vez más profunda que la actual, en la que seguimos -¡y lo que te rondaré morena!-. Eso sí, lo primero que hay que tener es voluntad para superar situaciones adversas. Me acordé de los Pactos de la Moncloa que firmaron todos los partidos con representación parlamentaria y los sindicatos CC OO y UGT (CNT, no), con los que se «procuró la estabilización del proceso de transición al sistema democrático» y, sobre todo, «adoptar una política económica que contuviera una inflación que alcanzaba el 26,4%». Se firmaron a finales de octubre de 1977 y, entre todos, se sacó al país de una situación más que preocupante.

Después de las elecciones del 20-D-15, todo el mundo hablaba de hacer una gran coalición para tener un gobierno estable que mantuviese la dinámica positiva que llevaba España. Rajoy hablaba de PP, PSOE y C´s; Pedro Sánchez lo hacía de PSOE, C´s, Podemos, IU, etc? Rivera decía que no quería nada con Rajoy y Podemos. Podemos aseguraba que Pablo Iglesias es su jefe espiritual y con él van a muerte, pero con Sánchez chupando rueda y Rivera fuera de la hoja de ruta. Ahora, después del 26-J-16, el panorama no ha cambiado, aunque parece que existe el compromiso de pactar -¡jejeje!- para no repetir las elecciones -¡serían las terceras!- y ser el descojono mundial. ¡Y digo yo!, ¿podía extrapolarse lo de los pactos para hacer una gran coalición que haga a Orihuela más próspera?. ¿No es momento de remar todos en la misma dirección?. Recuerdo que en la primera legislatura municipal, el alcalde García Ortuño (UCD) dio responsabilidad de gobierno a concejales de otros partidos. ¿Podría darse un pacto para sacar a Orihuela del pozo en el que está, olvidando colores e ideologías?. ¡A que he metido la pata!. Si es así, ¡lo siento; estoy espeso y no doy «pa» más!.