Hay una gran diferencia entre las palabras encadenadas de los políticos, y las vicisitudes del día a día a las que los ciudadanos tenemos que hacer frente. Esta brecha nos hace cada vez más escépticos ante la vieja o la nueva política llevando su agenda a la realidad, a la práctica; y nos puede transformar cada vez más en unos simplones espectadores de reality show. En este paisaje y tras el 26 de junio, nuestra esperanza vital es la del establecimiento de un escenario político a pleno funcionamiento para salir de este extraño purgatorio en el que nos encontramos.

Nos encontramos, además, viniendo de un fuego cruzado entre las fuerzas políticas; y donde nos conviene captar bien el pasado para entender mejor el futuro. Y entre el pasado y el futuro queda «la más grande operación de camuflaje político en la reciente historia de España» según las palabras de Susana Díaz calificando la campaña electoral de Unidos Podemos. E intentando con ello exponer las contradicciones de esta fuerza política al pretender atraer a los moderados y a los que normalmente no votan. Ante estas palabras y en nuestra memoria mediática queda el manifiesto electoral de UP, en formato de folleto comercial y organizado por habitaciones atractivamente amuebladas, en las cuales los candidatos pretenden ser hogareños.

Pero Unidos Podemos ha sido también el blanco de los dirigentes del PP y de Ciudadanos en las críticas realizadas a las políticas de Nicolás Maduro y la grave crisis que sufre Venezuela: el rechazo del presidente a someterse a un referéndum revocatorio, el encarcelamiento de oponentes políticos, la aguda inflación, la escasez de productos de primera necesidad, la escasez de medicamentos, etcétera.

En esta escenografía y tras los resultados electorales, la obligada coalición entre las fuerzas políticas o, lo que es lo mismo, la obligada nueva política, es predecible. Aunque con pactos realizándose en escenarios inexplorados. Así, Felipe VI lo tendrá fácil ante un repertorio de pactos probables. Como probable tendríamos el pacto del Partido Popular con Ciudadanos. También como probable podríamos tener lo que nunca ha ocurrido en España pero sí en Europa, los partidos Popular y Socialista juntos en una gran coalición. Pero aquí, el Partido Socialista necesitará redefinir su centro-socialismo. Y como improbable, una coalición entre Unidos Podemos (donde se integra la vieja izquierda) y el Partido Socialista. Además aquí, el Partido Socialista tendría a su izquierda una fuerza poderosa y dinámica. Y, en estas probabilidades no olvidemos la participación o abstención de los partidos regionales.

Sin embargo, cualquiera que sea la nueva política, ésta va a seguir teniendo sus propios problemas reales tales como Bruselas, la toxicidad de la economía y el sueño político de la independencia de Cataluña. Sueño que contrasta con el proyecto de crear en Barcelona el Museo Internacional de la Guerra Civil Española. Un proyecto para entender el conflicto en su totalidad, con una completa narrativa de todas las caras de la historia. Algo no conseguido aún ni con el «pacto del olvido» de la Transición ni con la Ley de Memoria Histórica de Zapatero. En este museo, esas dos Españas que desde el conflicto han existido pueden muy bien establecerse en una.

Pero ya hemos visto como un sueño o su referéndum puede romper el amanecer de ese día en particular en el que tenemos que hacer frente a nuestras vicisitudes, tal como lo acaba de hacer el brexit frente a las palabras encadenadas de David Cameron. Un primer ministro víctima de su propio error histórico.

La pesadilla del brexit se ha convertido en un terremoto real de efecto prolongado. Brexit es mayoritariamente una idea inglesa y no tanto británica. Y es una idea adversa para el libre movimiento de personas. Un transcendental principio de la Unión Europea, que bajo el acuerdo de Schengen y por más de 20 años permite a los europeos viajar entre los Estados miembros sin pasaporte, y vivir y trabajar en estos países sin visado. Y es adversa también para el espíritu y la energía de Jo Cox en favor de los refugiados y de los pobres. Pero va a favorecer que el populista Boris Johnson pueda liderar el nuevo gobierno con un equipo conservador de derecha radical. Nuevo gobierno que tiene que enfrentarse a los problemas de desengancharse de Europa y de la muy posible separación de Escocia. Y además tendrá que lidiar con un Ulster en ebullición lenta, y un posible nacionalismo galés en auge.

No corren buenos tiempos para los errores. La desconfianza y la desilusión están cambiando el escenario político de Europa. Y estamos respirando aires de rechazo hacia los partidos tradicionales que han estado gobernando. Así, los socio-demócratas de centro-izquierda y los demócrata-cristianos de centro-derecha están en declive ante ideologías anti-austeridad, anti-inmigración, ultra-conservadoras, neofascistas, nacionalistas, populistas, etcétera.