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Jesús Javier Prado

La cerrazón del círculo

Con Vicente Del Bosque la selección tocó el cielo en el Mundial en Sudáfrica y la segunda Eurocopa consecutiva de Ucrania. Del Bosque, cabal y buena gente (aunque siempre muy cuidadoso con las jerarquías del Madrid y del Barca, excesivamente cauteloso siempre en sus planteamientos, ambiguo siempre en sus declaraciones) tenía el consenso de todos para seguir al frente de la selección. Pero todo empezó a torcerse cuando tras el ridículo de Brasil -donde una Holanda con ganas de venganza humilló de manera inmisericorde a los defensores del título- y con nula autocrítica por parte de una persona juiciosa como él, no sólo no dejó el puesto por vergüenza torera y solidaridad con la autoexclusión de la columna vertebral del equipo (Xavi, Alonso y Villa), sino que -con la boca pequeña y sin hacer mucho ruido- decidió continuar en el cargo, previo apoyo de los medios de comunicación madrileños de prensa y radio que, inexplicablemente-siempre prestos a cargar las escopetas con quien no es de su cuerda- no hicieron sangre desde las portadas, y la federación admitió su continuidad como animal de compañía. El seleccionador de la selección humillada sería el encargado de hacer la transición de un equipo mítico. Inexplicable, pero cierto.

Ayer, Italia -estamos facilitando la fría venganza de todos aquellos a los que superamos en el pasado- volvió a ridiculizarnos, y fundamentalmente quedó retratado y empequeñecido el banquillo español. No es que no funcionara nada durante la primera parte, es que tuvimos suerte de no acabar 0-4, gracias a que De Gea estuvo portentoso. Otra vez, la selección que acudía como campeona fue arrastrada por la lona, de manera lastimosa, como un guiñapo cualquiera. Otra vez, la selección desmadejada, superada en todos los aspectos. Otra vez sin tensión, sin táctica, sin orden, sin criterio, sin automatismos. Era como ver a un grupo profesional contra otro amateur. Y a de Conte le sentaba mucho mejor el chubasquero que a nuestro marqués, dónde va a parar. Iniesta, desaparecido, Nolito y Morata desquiciados, y Ramos a lo suyo; de tanto decirle que es como Supermán, se lo ha creído. Aparte de estar a punto de meter un gol en propia meta, a la media hora cometió una falta al borde del área impropia de un central de su experiencia. El saque directo de la falta acabó con tres defensores italianos yéndose como lobos al rechace frente a los corderitos españoles, asustados ante tamaña ferocidad y desconsideración. Uno-cero, gol de Chiellini, y la escuadra azzurra cobrándose la afrenta de hace cuatro años, incluido (lo juro, yo lo vi) un caño a Iniesta en pleno descontrol del centro del campo: el cazador de antaño, España, cazado como un vulgar conejo por Italia, y de qué manera. Vaya baño, de táctica, de técnica y de estética.

En el descanso todos sabíamos que el partido ya estaba perdido: pensar en remontar a Italia, en una gran competición, con sólo cuarenta y cinco minutos por delante y con la imagen que estábamos dando era una quimera que no sé si ha conseguido alguien alguna vez. A lo único que se podía aspirar era a tirar de orgullo y que no acabara en masacre. Al menos, los jugadores lo intentaron: corrieron, metieron la pierna, se gritaron. Pero sin convicción, sin opciones de remate claras, sin desborde por las bandas, sin ninguna claridad.

Entraron Aduritz, Lucas Vázquez y Pedro. Iniesta y Silva se activaron, Piqué tuvo el empate en sus botas. Pero dio igual porque el partido acabó, como era previsible,con el segundo gol de los italianos al contraataque. Otra vez, en una gran competición donde íbamos como campeones, en la puñetera calle.

Otra vez, dando una imagen mediocre, lastimosa y de equipo veleta y ciclotímico, y que deja a la selección con su prestigio por los suelos. Bienvenidos a la realidad, volvemos a no ser fiables.

Nada más acabar el partido (y recordando las palabras que dijo Juan Carlos Navarro sobre Orenga cuando los franceses nos echaron del Eurobasquet que se celebraba en nuestro país), Iniesta soltó la puya que faltaba, y que algunos echamos mucho de menos hace dos años: «En la primera parte hemos estado demasiado pendientes del planteamiento del rival», iniciando el proceso por el cual el marqués Vicente del Bosque no podrá seguir como entrenador, por mucho que quiera.

Dos años perdidos y tirados a la basura en la renovación de un equipo que merecía la pena, y Del Bosque cerrando su círculo con la selección de la peor manera posible.

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