Puede parecer un simple juego de palabras que en unas elecciones en las que se ha hablado tanto de arquitectura y decoración, como sucedió con el llamativo programa electoral de Ikea presentado por Podemos, una parte sustancial de sus resultados vaya a estar determinada por los suelos y techos, pero son factores más importantes de lo que parecen que marcarán también el futuro inmediato de las fuerzas políticas que concurren hoy a las segunda elecciones generales consecutivas. Hasta el punto que si tratamos de comprender cuáles son los suelos y los techos de cada una de ellas y cómo determinan el comportamiento de sus electores, entenderemos mejor los resultados que hoy ofrecerán las urnas así como el mapa político resultante.

La llegada de dos nuevas fuerzas políticas, que han mordido un volumen importante de votos a los dos grandes partidos que venían marcando un bipartidismo representado por el PP y el PSOE, ha puesto en primer plano la importancia del suelo y del techo electoral para conocer las expectativas y posibilidades políticas. El suelo electoral sería el umbral mínimo de votos seguros que tendría un partido a partir de sus electores fieles que lo respaldan en cualquier circunstancia, mientras que el techo vendría dado por el volumen máximo de votos alcanzados en situaciones ideales, por encima del cual es muy difícil que un partido pueda ascender.

En el caso de España, el sistema electoral que Óscar Alzaga calificó como «maquiavélico», diseñado para afianzar el poder de los grandes partidos y facilitar que una fuerza política pueda obtener la mayoría absoluta con apenas una tercera parte de los votos emitidos a costa de penalizar a las pequeñas formaciones, posibilitó que emergieran dos grandes partidos que captaban el voto de la derecha en el caso del PP y el de la izquierda por el PSOE. Todas aquellas fuerzas políticas en la periferia de estos dos grandes partidos han sido incapaces de acercarse a los porcentajes que éstos han venido obteniendo elección tras elección, haciendo posible esa alternancia en el Gobierno que hemos venido viviendo en España de la mano de ese bipartidismo que parecía monolítico. Pero todo ello cambió en las pasadas elecciones del 20D, dando paso a un nuevo ciclo político que ha fracturado el bipartidismo y ha permitido que dos nuevas fuerzas políticas irrumpan con fuerza, complicando extraordinariamente el escenario político en nuestro país. Y cambió precisamente porque se están moviendo los techos y suelos electorales, algo que como vamos a ver en las elecciones de hoy van a seguir desplazándose, alterando así los equilibrios de poder político.

Actualmente, el PP contaría con el suelo electoral más firme y rocoso de todo el panorama político. Su electorado es granítico y se muestra impasible a los continuados casos de corrupción económica y política que vive esta formación en todos los niveles y territorios. La clave de este suelo es haber conseguido unos votantes incondicionales y leales, ajenos a las debilidades e insuficiencias de Mariano Rajoy y sin exigencias electorales, morales ni políticas. Pero el gran problema del PP es que su electorado está envejecido y se va extinguiendo sin prácticamente renovación generacional, siendo incapaz de captar votos por debajo de los 35 años.

Ciudadanos surgía así como la alternativa liberal y moderna a esa regeneración que el PP necesita. Pero la fortaleza del suelo electoral que tiene el Partido Popular y el hecho de que, a pesar de todo, éste se muestre sólido y vigoroso impide elevar el techo electoral de Ciudadanos que parece haber alcanzado su límite por el momento, situándose así como un partido bisagra.

Pero en la izquierda el panorama electoral es mucho más complejo y volátil. Podemos y sus confluencias emergieron con fuerza en las primeras elecciones generales a las que concurrían, llegando a colocarse muy cerca del PSOE, al obtener el 20% de los votos. Su coalición con Izquierda Unida para los comicios de hoy, junto a una campaña original, fresca y novedosa han inyectado ilusión en una parte del electorado, que venía reclamando desde hace años la unión de las izquierdas para poder competir con un PP que capturaba a todo el electorado de derechas en España. Es evidente que Podemos y sus líderes han competido para tratar de pescar electores en el caladero de un PSOE que no ha parado de evidenciar que sus mayores enemigos están dentro de sus filas. Por si fuera poco, los socialistas han desarrollando una campaña anodina y de puro trámite, asumiendo que su suelo electoral se hunde mientras ven ascender el techo de Podemos, colocando al PSOE en la situación más crítica de su historia reciente, como veremos tras las elecciones de hoy.

Por todo ello, los resultados electorales que se obtengan no van a ser la respuesta, sino que nos van a colocar frente a nuevos interrogantes que van a marcar un nuevo ciclo político nunca antes vivido en España.

@carlosgomezgil