No os vayáis queridos ingleses, británicos o guiris. Las votaciones las carga el diablo. Y es una responsabilidad indecente consultarle al pueblo todas y cada una de las decisiones, especialmente cuando la demagogia campa a sus anchas. Si cada vez que el grupo terrorista ETA asesinaba a un niño hubiésemos hecho un referéndum para pedir la pena de muerte, habría salido a favor. Pero yo que estoy radicalmente en contra de la pena de muerte, abomino de esos políticos barateros que nos ofrecen una democracia participativa en la que siempre pierden los que tienen que perder: los derechos humanos y las libertades.

Porque con referéndums también se han votado la segregación de sexos, o las políticas racistas. Votar no significa tener la razón. La manipulación a la que se puede ver sometido un pueblo bajo el «amparo» de la participación es inaudita. Así se eligieron a los nazis y a muchos totalitarismos en el mundo. A mí no me deben de consultar sobre una carretera o un hospital si mi capacidad, y no la tengo, es limitada. Tenemos que articular un sistema en la que los políticos, informados y formados por técnicos de primer nivel, debaten sus propuestas con argumentos, no con vísceras.

Europa no es la Unión Europea. Por eso los británicos no se van de Europa, se van de la estructura que hemos montado. Que es elefantiásica, inoperante en muchas cosas e insolidaria. Pero Europa es una idea, es un continente, que tiene más que ganar si camina junto que si camina por separado. De hecho solo en este largo periodo de paz, interrumpido por la guerra de los Balcanes, hemos gozado de nuestra filosofía europea. Pero la desafección a un sistema político que camina entre un Parlamento Europeo y una Comisión Europea poco resolutivos, hace que la gente no sienta como propios esos Gobiernos.

Europa se construye cediendo y tomando decisiones. ¿Cuántas veces Europa ha sido incapaz de alcanzar acuerdos rápidos para temas importantes? La inmigración es uno de ellos. La fragilidad económica es otro. O las políticas sobre los Derechos Humanos, con poca crítica a países claramente ofensivos con los derechos pero que se silencian por acuerdos económicos.

Pero la votación a favor del Brexit es brutalmente escandalosa. La seguí toda la noche sin poder pegar ojo. Y no tengo ni dinero en la Bolsa, ni intereses en ese país. Tengo intereses políticos porque las ideas anti Europa no calen. Para que los fascismos de ultraderecha y los populismos baratos de izquierda no rosiguen a un pueblo jodido y maltratado.

Miré como Oxford y Cambribge, las dos ciudades universitarias, se volcaban a favor de Europa. Como los cinturones obreros y pobres, y donde la inmigración había calado se inclinaban hacia el éxodo. Igualico que habían hecho en Francia votando a la ultraderecha xenófoba de Le Pen. Siempre es igual. Se trata de enganchar a la gente más maltratada para, como las sectas, inventarles el futuro. Un futuro irreal e incierto pero que cala en la miseria.

Pero no os vayáis, por favor. Tantos jóvenes ingleses han votado quedarse que da apuro esa ola de papanatismo nacionalista que siempre invade Europa en sus grandes crisis. Los alemanes también la sufrieron. Encerrarse, creer que el aislamiento es la solución, es propio de la antesala de la más absoluta de las miserias. Claro que tenemos que cambiar la forma de funcionar de la Comisión y el Parlamento Europeo. Pero Europa no se cambia. Porque Europa es la Ilustración y la razón. Son los Derechos Humanos y la sociedad a copiar.

En un libro que el CEU acaba de publicar de Winston Churchill, que se titula Europa Unida, este gran político decía: «Todas las grandes cosas son simples y la mayoría pueden expresarse con un sola palabra: Libertad; Justicia; Honor; Deber; Misericordia; Esperanza. Nosotros, que nos hemos reunido aquí esta noche, representamos a casi todos los partidos políticos de nuestra vida nacional y a casi todos los credos e iglesias del mundo occidental, nosotros también podemos expresar nuestro propósito con una sola palabra: 'Europa'».

Se quieren ir de la estructura organizativa. Algo habrá que cambiar. Pero los valores que Europa ilumina son los mismos que el pueblo británico defendió cuando luchó contra el genocidio nazi. Son como nosotros. Porco referéndum.