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Una doble coincidencia

Habría que recordar -mi memoria no llega a tanto- si cuando Octavio Rico acabó hubo abrazo con el presidente electo Silvestre Vilaplana. Desde aquel lejano 1995, nunca habían coincidido en la asamblea el saliente y el entrante: ni Vilaplana con Adolfo Seguí, ni éste con Rafael Romá, que tampoco lo hizo con Javier Morales. Rafael Tortosa no era de la asamblea, como tampoco Carlos Aracil. Sí lo era, en cambio, Juan José Olcina, lo que permitió un abrazo de despedida. Como cuando Miterrand esperó en la puerta del Elíseo a Chirac, le dio la llave y se marchó a pie. Aracil también salió con el coche de San Fernando, al igual que Xesca Lloria, que ha dejado bien alto el pabellón como Cronista. Ahora, Estrella Cantó toma un simbólico relevo femenino en el Casal, en un síntoma de normalidad al ejercer el derecho a representar a su hijo.

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