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Tomás Mayoral

Great Britain is ¿different?

Me pregunto qué dirían los Marx del «Brexit». Barrunto que el Marx que no se afeitaba abordaría la cuestión aludiendo a un antiguo imperio que no quiere enterarse de que dejó de serlo hace ya casi 70 años, cuando Lord Mountbatten salió de la India, dejando aquello, por cierto, hecho unos zorros. Un ex imperio que conserva, no obstante, los tics de «grandeur» que también pueden aflorar en su vecino francés, pero amplificados por la relación preferencial que a través del nexo idiomático-cultural mantiene con EE UU, antaño colonia y ahora imperio vigente. Desde el otro lado del charco, el Marx que se afeitaba todo menos su bigote de pega lo resumiría perfectamente con uno de sus aforismos (cosa normal porque una parte de Gran Bretaña parece tener el mismo problema que tenía Groucho): jamás aceptará pertenecer a un club que la acepte como miembro.

Más allá de marxismos varios, mi opinión es que Gran Bretaña se sentía incómoda estando integrada en un invento llamado Unión Europa, en el que se equipara a PIGS (Portugales, Italias, Grecias y Españas) y otras gentes tan poco fiables como alemanes y franceses. Los británicos sólo habrían entendido sin discusiones algo parecido si el resto de Europa hubiera aceptado formar parte del Reino Unido o, a lo sumo, integrarse como miembros preferentes de la Commonwealth. Un sitio donde no tuvieran que pertenecer a un club porque ellos eran el club.

Como las generalizaciones son injustas, no quisiera dar la imagen de que todos los británicos son iguales. Ahí estaba Bob Geldof luchando en el Támesis contra las huestes de Nigel Farage por la europeidad de Gran Bretaña, un gesto legendario del antiguo líder de The Boomtown Rats que me reconcilió con el té y el roast beef por lo que queda de año. No digo nada de la muerte de Jo Cox, porque locos hay en todas partes y algo tan aberrante debe estar fuera de este debate. Pero sí es verdad que en Europa les hemos consentido demasiado que desfilen siempre en sentido contrario. Con la agravante de que los que vamos en la dirección equivocada somos siempre los demás. Cuando lean esto, ustedes sabrán ya más que yo, porque ya les habremos informado de si el «Brexit» ha ganado o ha perdido. Deseo, «from the bottom of my heart» que no se vayan de esta que siempre fue su casa. Europa y las cerveceras del arco mediterráneo no podrían soportarlo.

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