La tierra, el agua, el fuego, el aire, son los cuatro elementos, diferentes estados de la materia, que los antiguos distinguían para explicar los patrones de la naturaleza, principios a partir de los cuales se originaba todo, fundamentales en nuestra existencia, en los que se basa la vida. Imagen del origen que sirve, como no puede ser de otra manera, para la expresión artística. A partir del agua, o de la tierra inundada por el agua, María Dolores Mulá, en la sala Sempere del MUA, nos trae una reflexión plástica sobre el agua, sobre la naturaleza del agua, sobre su visión externa, buscando a través de la fotografía el paisaje exuberante o aciago, espectacular que genera el agua. En esta exposición, la artista nos muestra uno de los intereses que la han acompañado durante toda su trayectoria, la fotografía, pero también el viaje. Y la fotografía como una herramienta más para definir los espacios y su estatus como observadora curiosa del mundo. En esta muestra, que ha sido comisariada por el profesor de sociología de la cultura y de las artes en la UA, Juan Antonio Roche, y el artista y escritor, Pepe Calvo, se puede apreciar la aportación de cada uno de ellos, sobre el material propuesto por la artista. El artista fotógrafo ha buscado dejar patente en el espectador los límites de las imágenes definidos por la artista, las referencias de su mirar, de su interpretación de la realidad, en este caso, de los paisajes del agua. El sociólogo busca la clasificación en tipologías, en series, que nos puedan descubrir un proceso de análisis, como partiendo de estados del alma: agua desbordada, agua retenida, agua rota, el misterio del origen.
Esta es una experiencia de comisariado muy interesante que queda también reflejada en los textos de ambos comisarios, editados en el catálogo de la exposición, junto con la aportación de Miguel Cereceda, teórico y crítico de arte, profesor de estética y teoría de las artes en la Autónoma de Madrid. Textos desde diferentes perspectivas, teóricas y artística, que corroboran el interés de la autora por llegar a trascender mediante el discurso del arte la idea del paisaje.
En la exposición vemos la disposición de las series, combinando fotografías de diferentes medidas, lo que en algunos momentos extraña al espectador. El formato toma un protagonismo que nos distrae de la visión poderosa del paisaje. Un formato igual para todas las fotografías hubiera dado mayor coherencia al conjunto. Pero el resultado de la muestra conforma una visión consecuente de la fotografía actual, en la que la artista se ve valorada en el uso de esta técnica, la fotografía, como un espacio extenso, sin límites, como un medio expresivo fundamental de su arte. No hay duda.
