La cita electoral del próximo domingo promete consolidar el salto generacional llamado a transformar por completo el mapa electoral español desde que miles de personas, en especial jóvenes, salieron a la calle el 15M. Tras la progresión geométrica registrada con las europeas de 2014 primero y de las generales del 20D después, el 26J se vislumbra como el golpe definitivo de los electores más jóvenes de este país, que apoyan de forma mayoritaria a Podemos como fuerza que ofrece una perspectiva de ruptura con un statu quo que ha castigado inclementemente a la que los viejos políticos han insistido en llamar reiteradamente la generación mejor preparada de la historia, pero que, paradójicamente, tiene las peores perspectivas personales y profesionales en décadas. Aunque no estamos ante un fenómeno exclusivamente español. Esa misma generación es la que acaba de dar la alcaldía de Roma al Movimiento Cinco Estrellas, infligiendo un duro castigo al primer ministro Renzi, quien llegó precisamente al cargo como el gran elefante blanco para acabar con la vieja política encarnada por Berlusconi y por el tecnócrata Monti. O es, por ejemplo, la generación que está poniendo a Hollande y Valls contra las cuerdas en Francia.