Cuando en los años 60 los pioneros de la Costa Blanca comenzaron a entender que nuestro territorio tenía valor económico, nuestro sol podía generar riqueza y que nuestras playas, nuestras fiestas, nuestros paisajes y nuestra gastronomía podían crear empleo en una sociedad necesitada de prosperidad, nunca pudieron imaginar la dimensión que iba a tomar un sector como el turismo residencial. De los primeros turistas que descubrieron nuestras maravillas, pasando por los primeros usuarios hoteleros, hubo un porcentaje que entendió el valor de afincarse en nuestro territorio y adquirir una vivienda.

Lo que hoy existe en la provincia de Alicante no es ningún invento, sino la evolución natural del fenómeno turístico que se produce allí donde las garantías jurídicas y la calidad de vida no generan ninguna duda. Los turistas residenciales son la mejor credencial de nuestro destino turístico. Uno puede elegir pasar unos días en cualquier parte del mundo; pero cuando decide instalarse allí, aunque sea por temporadas cada año, es que ese destino tiene un plus que no tiene ningún otro. Y la Costa Blanca ha demostrado que lo tiene a lo largo de estos últimos 50 años.

Es el turismo residencial el que impulsa el número de viajeros en uno de los principales aeropuertos de España, Alicante-Elche, que este año todo parece indicar superará los 11 millones de pasajeros. Una afluencia de turistas que traspasa no solo la capacidad de rentabilidad del sector inmobiliario residencial y del sector hotelero, sino que también se traslada al comercio, a los servicios, a la propia red de restaurantes, bares y establecimientos de ocio, jugando un papel fundamental en el potencial económico de la provincia y la Comunidad Valenciana. Al final, el turista residente se convierte en el principal y mejor prescriptor de las ventajas de un destino, en el que todos los sectores terminan ganando.

Toda esta actividad en la provincia de Alicante es fruto de los cerca de 250.000 europeos residentes censados a 1 de enero de 2015, que contribuyen a generar nuevos retos y oportunidades, no sólo de una manera directa, sino también a través del alquiler turístico de sus viviendas que, además de hacer el mercado residencial más sostenible, supone una importante fuente de ingresos fiscales vía IRPF de no residentes, como consecuencia de la tributación de estos ingresos y de los rendimientos que obtienen en España. Y su contribución va más allá de lo económico, pues estos residentes fomentan el desarrollo de una diversidad cultural en valores y en capital humano muy valiosa para nuestra sociedad.

Tampoco es nada desdeñable el efecto del turismo residencial en el empleo y en el gasto que realizan estos turistas del llamado «alojamiento no reglado», que en 2014 era mayor que el gasto realizado por los turistas alojados en hoteles, casi duplicándolo. El sector ha contribuido a regenerar zonas despobladas, así como ha ocurrido en muchos municipios del interior de la provincia; y a rehabilitar barrios y municipios en estado de degradación. Es por lo tanto un motor económico insuperable del que no podemos prescindir ni al que queremos renunciar. Nuestra obligación es gestionarlo con inteligencia.

Para ello, y tal y como está configurado en la actualidad, se requiere algo más de atención por parte de las administraciones públicas y mucha sensibilidad para establecer un marco de confianza que le permita seguir creciendo. Desde el respeto a todos los agentes turísticos, debemos aprovechar esta oportunidad para que continúe siendo motor económico de la provincia de Alicante.

Desde el sector y desde la plataforma «Salvemos el alquiler turístico» defendemos que, siempre que no se presten servicios de la industria hotelera, las viviendas destinadas al alquiler turístico o de corta estancia deben inscribirse en un registro público a efectos de que exista un control y conocimiento de la oferta. Una medida sencilla que, complementada con mayores mecanismos para facilitar y controlar el cumplimiento de las obligaciones fiscales, ofrezca seguridad a este sector.

Desde luego, la solución no es la limitación o desaparición de una oferta que viene creada por una demanda natural; la solución pasa por una adaptación a la nueva configuración del modelo turístico a través de la innovación, la segmentación de mercados y el desarrollo de productos adaptados a cada tipo de cliente, y la colaboración entre el sector residencial y otros sistemas de alojamiento turístico en materia de promoción y fomento de nuestro territorio como destino turístico.