No pienses que en otras culturas y épocas los individuos son o fueron mejores o peores que ahora. Las generaciones son diferentes porque siempre, en cada época, lugar, cultura y religión, «el modo de producción, el nivel tecnológico y el sistema educativo de cada sociedad configuran las relaciones sociales y moldean a sus individuos». Es como si en cada lugar y época, toda generación estuviese formada por individuos clonados, exceptuando una minoría de ciudadanos pensantes que nunca se deja encasillar completamente.

Para que nadie escape del control, el poder político «facilita, promociona y subvenciona» la agrupación de esa minoría discordante en asociaciones y grupos «de moda» para tenerlos catalogados y «a mano», por ejemplo: ecologistas, nacionalistas, feministas, homosexuales, anarquistas, artistas, intelectuales, extremistas a la izquierda, extremistas a la derecha, activistas altruistas de ONG institucionales, en asociaciones políticas, sindicales, profesionales, reivindicativas, culturales, deportivas, vecinales? El «divide y vencerás» cobra aquí todo su esplendor y eficacia como instrumento político de poder. Sin embargo, en un sistema político democrático «no intervenido», el asociacionismo debería ser voluntario o como mucho canalizado, pero no subvencionado porque en todo negocio o actividad, el que paga manda.

En una sociedad sin tutelas ni prejuicios sólo deberían existir dos grupos de ciudadanos, los buenos ciudadanos que cumplen las normas y las leyes, y los malos ciudadanos que por norma no cumplen las leyes. El Estado debería primar y promocionar a unos y sancionar y reeducar a los otros. Una sociedad avanzada, globalizada y democrática no debe prejuzgar al ciudadano por su raza, etnia, género, lengua, religión, ideas políticas, sexualidad, afiliación, estatus social, sino por su integración y cumplimiento de las normas y leyes de dicha sociedad.

Somos el producto de la socialización y políticas públicas de nuestros gobernantes, pero también el producto de nuestro pasado, época y cultura. Por tanto, cuanto antes recuerdes y ordenes el proceso por el cual has llegado a ser lo que eres, menos te sorprenderán tus ideas y comportamiento en cualquier conflicto de interés y mejor comprenderás las ideas y comportamiento de los demás. Sin olvidar que cada uno de nosotros captamos la misma y única realidad sirviéndonos de nuestros sentidos, pero interpretándola según nuestra cultura y nuestros conocimientos. Es decir, que un mismo acontecimiento marca y moldea de forma diferente a cada uno de nosotros. También es cierto que ese mismo acontecimiento pasa desapercibido para otros ciudadanos y, por tanto, ni los mejora ni los empeora.

Tu cultura, tus conocimientos y tus vivencias determinan tus sueños y tus pesadillas. Tus sueños te acompañan y tus pesadillas te persiguen hasta la muerte. Por tanto, no asistas como simple espectador a tu paso por esta vida, opina de la sociedad, participa en política. Este mundo también es tuyo, es de todos.